La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Me quedo en el pueblo Bezanes (Caso)

La chigrera más auténtica

Carmen Fernández está al frente del bar-tienda La Bolera, un local que se mantiene fiel a sus orígenes tanto en el trato como en lo que ofrece

Carmen Fernández, en un rincón del pueblo de Bezanes, en Caso.

El bar-tienda La Bolera, en Bezanes, tiene algo que ya se ve en pocos locales como éste: autenticidad. Nada imita al pasado, al origen. Al contrario. Es un chigrín de pueblo entrañable, donde desde primera hora Carmen Fernández Blanco atiende a su clientela, mayormente todos vecinos del pueblo, que tienen en este local algo más que un lugar donde tomar un café, un cacharro o echar la partida. Y es que Carmen Fernández, que está al frente de este localín pequeño en medio de la plaza del pueblo desde el año 2001, conoce a todos y cada uno de sus clientes hasta el punto que no sólo les llama por su nombre, sino que ya les sirve lo que le van a pedir. Y raras veces se confunde.

A Bezanes se trasladó a vivir en 2002, un año después de hacerse cargo de este bar-tienda singular, donde hay de todo aunque no lo parezca dado su reducido tamaño. "Soy de Buspriz y buena parte de mi vida trabajé en hostelería, aunque también trabajé en más cosas. En 2001 me hice cargo de este local y finalmente nos vinimos a vivir aquí en 2002. Tenemos dos hijos, el mayor, que como tanta gente joven se fue del pueblo para buscar trabajo en lo suyo, trabaja en la construcción, y luego el pequeño, que es el único crío que hay en Bezanes en edad escolar. Aquí nos acogieron muy bien los vecinos desde el principio y me ayudan mucho", afirma Carmen, que, todo sea cierto, no para un minuto. El suyo es un local de visita continua. "Éste es un bar-tienda de pueblo de los de toda la vida, cafés, bebidas, sidra, algo para picar, alguna tortillina de vez en cuando, cosas así, pero también es un poco como un centro social porque en La Bolera es normal que los vecinos dejen razones y hasta el pan, que tenemos dos panaderos de reparto", recuerda ella. Por el trato cordial y cercano de su clientela se nota que Carmen es una persona querida. Llegó al pueblo en 2002 y no lo cambia por nada. "Aquí, como pasa en el campo, lo que se dice notar la crisis no se notó mucho; eso sí, tal vez afectó más a los que tenían alojamientos para el turismo, pues bajó el número de gente que venía de vacaciones. Cuando la crisis yo me decía, vas a resistir, vas a resistir, y aquí sigo, resistiendo", afirma con una sonrisa.

La existencia de dos escuelas, hoy cerradas, denota la cantidad de niños que hubo tiempo atrás. "El pueblo ha mejorado, se han arreglado muchas casas y es cierto que hay otras en venta. También se va perdiendo población por la gente mayor que fallece. Ahora vivirán aquí unas sesenta personas. El fin de semana vienen también los que viven fuera y tienen casa aquí. Personalmente, creo que vivir en un pueblo es mucho mejor para los niños. Yo veo que está llegando a vivir alguna familia joven con niños y ninguna se quiere marchar. Y no me extraña, no hay nada como Bezanes. Yo no cambio vivir aquí por ningún otro lado", añade.

Compartir el artículo

stats