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Me quedo en el pueblo | Panes

Toda una vida al frente del bar-tienda

Javier González Barrenechea constituye la segunda generación que regenta - un local que ha hecho historia por su amor a la tradición y las raíces

Javier González, al fondo, en el antiguo local del bar-tienda, en 2013.

El nombre de Javier González Barrenechea va unido al de su bar-tienda, El Resbalón, en Panes, capital del concejo de Peñamellera Baja. Éste es uno de esos locales a los que la tradición y la historia popular, además de los productos, han dado sobrada fama. Siendo joven se fue a estudiar fuera, recuerda. "Entonces me gustaba la banca e inclusive barajé la posibilidad de salir fuera, pero al final reconocí que lo mío era esto. Prácticamente nací en el local, me crié y crecí en el bar-tienda que llevaban mis padres, no podía vivir sin ello", asegura este hombre, que lamenta el despoblamiento que sufre su concejo y la necesidad de motivar a la gente para que se quede vivir en los pueblos.

"No cambio mi vida aquí por nada del mundo, aquí están mis raíces. A mí me gustaría que la gente apostara por vivir en el pueblo, pero lo que está claro es que también hay que ayudar un poco, motivarles. La situación agraria y ganadera hoy está cada vez peor, los precios del ganado están bajos y luego está el tema de los lobos, de los jabalíes; en fin, que hay que echar una mano desde las administraciones para que la gente no sólo venga a instalarse en los pueblos, también para que continúe en ellos", señala.

Por otro lado, añade que la juventud necesita un lugar de reunión en Panes, "un centro para ellos, porque los inviernos son largos y sería bueno que pudieran reunirse a hacer actividades conjuntas que les motiven. No es cuestión de que estén viéndose sólo en los bares. Un centro de juventud estaría perfecto", matiza.

La tradición del bar-tienda que regenta junto a su mujer, Aurora Suárez Guardo, ya le viene de familia. Su madre y hermanos abrieron en su día La Paloma. Tras casarse y junto a su marido, años después, cogerían en alquiler El Resbalón, que se convirtió en todo un éxito que supieron mantener, sin duda alguna, su hijo Javier y su nuera Aurora, quienes, tras la jubilación de los primeros, se hicieron cargo del negocio.

"Aquí pasamos la vida. Cuarenta y seis años y nueve meses desde que lo abrieron mis padres en 1970, aunque el local en sí tenga más de 100 años de historia. Aquí se desayunaba, se comía, se merendaba y se cenaba. En casa sólo se dormía. A quienes ahora hablan de las tiendas de los chinos les recuerdo que mis padres no tuvieron un solo día libre, trabajando de doce a catorce horas diarias. Sólo cerraban en caso de fallecimiento de un familiar. Y no sólo ellos, también otros muchos que tuvieron en los pueblos el mismo negocio", recuerda Javier.

Hoy El Resbalón se encuentra en un nuevo local que mantiene la esencia y el espíritu del antiguo. "Dejar el viejo local claro que nos apenó en su momento, pero no nos quedó otro remedio. En éste está todo lo que teníamos allí, no falta nada. La verdad, estamos muy contentos desde que lo abrimos el 25 de noviembre del año pasado", añade.

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