La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Me quedo en el pueblo | Coya

Ferrador como sus antepasados

Saúl Victorero Fernández retoma el viejo oficio familiar, por el que siente auténtica pasión, tras dejar su antiguo trabajo por problemas de salud

Saúl Victorero Fernández arregla las herraduras a un caballo. ANA PAZ PAREDES

Las vueltas que da la vida, que diría Saúl Victorero Fernández, que vive desde siempre en su pueblo natal, en Coya (Piloña), quien desde hace tiempo retomó el viejo oficio de ferrador de caballos después de que un accidente laboral le hiciese dejar el trabajo que ejercía. "En casa siempre tuvimos caballos, tanto para trabajar como de enganche para la charré, como montura, en fin. En casa tenían una fragua. Yo de chaval aprendí el oficio con Ladino, un estupendo ferrador de Pandenes. Ya de crío me gustaba mucho verle trabajar en la fragua", recuerda él.

La crisis también afectó a este oficio, que en el último año está notando un incremento de profesionales por los pueblos de Asturias. "Con la crisis aflojó el trabajo, pues hubo gente que, por desgracia, tuvo que deshacerse de sus caballos. Ahora hay un resurgir tanto en la tenencia de caballos como en su cuidado, por ejemplo, los que hacen rutas por la naturaleza con ellos. Yo, además de ferrador, soy podólogo equino, les trato todas las dolencias que tengan en los cascos. Hay que controlar la forma de pisar, saber darle el aplomo correcto. También hierro caballos dedicados al deporte, a los raids, que en Asturias hay mucha afición. Por el verano siempre hay más trabajo y en invierno afloja un poco, pero la verdad es que desde que empecé no puedo sentirme más contento, pues me va bien y además estoy haciendo un trabajo que siempre me gustó", matiza, al tiempo que añade que "a mí me gusta hacer las cosas bien y sin mirar el reloj. Yo estoy el tiempo que haga falta, lo importante es hacerlo bien. Soy un perfeccionista y la buena fama se gana trabajando de forma correcta y que cuando la gente vea tu trabajo se pregunte quién lo ha hecho", dice.

Él, su mujer e hijas siempre vivieron en Coya, aunque una de ellas esté hoy en Madrid por motivos de trabajo. Incluso hasta la pequeña, Claudia, quería seguir los pasos de su padre, aunque finalmente optó por otra profesión. En cuanto a comenzar en el campo, este ferrador señala que "hoy me parece muy duro. No es lo mismo vivir desde siempre en él que empezar desde cero".

Compartir el artículo

stats