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Tarna, el puerto olvidado

El deterioro de la carretera, unos servicios mejorables, una cobertura de telefonía deficiente y la falta de promoción turística penalizan a los núcleos próximos al alto

Cartel indicador de Maraña. Fernando Rodríguez

La ascensión por la carretera del puerto de Tarna rememora, en muchos jóvenes del valle del Nalón, la ilusión de ir a la piscina de Lillo o Boñar, o pasar un día al sol en las inmediaciones de Maraña. Antes, eso sí, había que superar una dura prueba para un niño, y más concretamente para su estómago: las curvas de la carretera del puerto, que obligaban a los conductores a ir despacio y bajar las ventanillas de los Renault-6 o los primeros Seat Ibiza para evitar que el mareo de los pequeños pasase a mayores. Los tiempos han cambiado. Ahora hay piscinas al aire libre en muchas localidades de las Cuencas -menos en Langreo por la clausura de los complejos de Riaño y Pénjamo- y el flujo de circulación de las Cuencas hacia el puerto de Tarna ha disminuido. En buena parte, por una cosa que en varias décadas, "más de 20 años", no ha cambiado: la carretera, que sigue con las mismas curvas de siempre, pero con más baches, gravilla y falta de mantenimiento que nunca. Una vía que, en vez de integrar el puerto en el Valle del Nalón, lo aleja cada vez más, acercándolo a León, una provincia que se ha portado mejor con sus habitantes que Asturias, la comunidad a la que pertenecen.

Los habituales del puerto de Tarna no llegan a hablar de unirse a León para dejar Asturias, pero sí que tienen muy dentro de sí el maltrato -real- al que se ha visto sometido el alto de montaña, que ha pasado de ser la salida de la comarca del Nalón hacia León en lo que los franceses llaman un "cul de sac", es decir, un callejón sin salida. La vertiente asturiana de la carretera del puerto de Tarna lleva "más de 20 años sin arreglarse", relata Ramón Martínez, propietario del hostal y restaurante (el parador) situado en el alto. La vía se deteriora cada vez más, y los intentos por frenar esta degradación, consistentes en algunas paladas de hormigón y el acondicionamiento de tres tramos de carretera (apenas unas decenas de metros) "que se venían abajo", han sido más que insuficientes.

Sin embargo, desde el otro lado de la frontera, la Diputación de León arregló la carretera en el año 2009, un tramo de 22 kilómetros en el que invirtieron 5,3 millones de euros. Desde entonces, la divisoria entre Asturias y León no se mira en los carteles que anuncian la llegada a cada comunidad. Se hace mirando al firme de la carretera. Desde la zona de Valdeón llega a repartir helados y dulces Adolfo Villastrigo, que suministra con sus productos al parador de Tarna. No todos sus proveedores son leoneses, pero sí que lo son algunos de ellos. En lo que sí son amplia mayoría los leoneses es en lo que se refiere a la clientela. La fabada del parador tiene fama interprovincial, y desde distintas partes de León, Palencia y Valladolid vienen a comer "les fabes" de la esposa de Ramón, Amalia García. De Asturias también va mucha gente, pero el mal estado de la carretera se han convertido en un freno.

En su libro "El río del olvido", el escritor leonés Julio Llamazares hace un recorrido a pie por los pueblos y los parajes de la ribera del río Curueño, afectados, como les ocurre a muchas localidades de Caso, por la despoblación y el progresivo envejecimiento de sus gentes (los jóvenes suelen tener que estudiar y luego buscarse las habichuelas en otras partes). Es el caso del puerto de Tarna, y también de la localidad de Tarna, y de Pendones, de La Foz, o incluso de Bezanes, aunque este ya es el pueblo más grande y con más actividad de la falda del alto, un "puerto del olvido" del que ya son pocas las personas que recuerdan que en su entorno pueden desarrollarse todo tipo de actividades.

Cerca del puerto, siguiendo la senda que lleva a la zona del Remelende, en invierno se encuentran las cascadas de hielo, que vienen "a ver y a conocer personas de muchas provincias". Sin embargo, no están señalizadas, y apenas cuentan con promoción. Lo mismo ocurre con las rutas de montaña que, a caballo entre Asturias y León, atraviesan toda la zona. Tampoco cuenta con un buen acceso la fuente de La Nalona, el caño de agua del que surge el principal río de Asturias, vertebrador de toda la zona central de la región. Una fuente "por la que pregunta mucha gente", afirman los vecinos, porque "les resulta muy curioso que de una fuente nazca un gran río".

Lo que sí está mejor indicado son las trincheras y nidos de ametralladora, una reminiscencia de la Guerra Civil, del conocido frente de Tarna, un enfrentamiento que acabó por arrasar por completo esta localidad. Los restos de la guerra están, eso sí, en la zona leonesa del puerto, a muy pocos metros de la asturiana. El alto llegó a albergar durante los inviernos de los años 70 y 80 una escuela de esquí que acabó diluyéndose, aunque cuando hay nieve -lo que pasa buena parte del año-, el entorno de Tarna se convierte en uno de los mejores espacios de la Cordillera Cantábrica para la práctica del esquí de travesía, fuera de pistas, otra actividad apenas promocionada.

Más allá de todos estos atractivos, que hacen del alto un lugar atractivo para visitar, tanto en invierno (esquí de fondo, cascadas de hielo) como en verano (senderismo, historia, con los restos de la Guerra Civil), la vida en el puerto es difícil para quienes pretenden pasar allí la mayor parte del tiempo. ¿ADSL, wifi, conexión rápida a internet? Al puerto de Tarna la velocidad de conexión no llega ni a aquellos antiguos 56 kbits por segundo de los módems de los años 90. ¿Cobertura en el móvil? Sólo en algunos puntos específicos, que hay que conocer, y con una única compañía. Servicios básicos, como la sanidad, es mejor recibirla en León, en pueblos como Lario, que bajar al ambulatorio de Campo de Caso. Lo mismo ocurre con el hospital. El correo, la recogida de basura... son servicios que también son mejorables, y los vecinos llevan tiempo reivindicando estas mejoras al Ayuntamiento. En Tarna, por no abrir, no se ha abierto ni el centro del urogallo, en el que el Principado invirtió 676.000 euros, un edificio vacío y sin uso desde hace tres años y medio.

Para poder poner el puerto en el mapa es básico arreglar la carretera. Si no se hace, el de Tarna seguirá siendo, en comparación con otros altos, como San Isidro, Pajares o Somiedo, el puerto del olvido.

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