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CONCHITA VALDÉS | Exdirigente del PC e IU y exmilitante de organizaciones cristianas

"Pensé que Francisco revolucionaría la Iglesia, pero no veo que avancemos"

"Esto debe cambiar, aunque no sé qué modelo hay que seguir; está claro que el comunismo ha fracasado, pero el capitalismo nos está matando"

Conchita Valdés, en una imagen tomada en 2014 en el Sanatorio Adaro. F. R.

Conchita Valdés (Turón, 1934), cristiana y comunista, fue la única mujer con cargo en la Preautonomía asturiana, diputada de Izquierda Unida durante 16 años y pieza clave en la historia democrática de la región. Cuenta con gracia cómo un avión con destino a Madrid esperó en Ranón a que ella llegara. Valdés llevaba en su bolso gastado los documentos necesarios para formar la autonomía del Principado. Ahora, con 81 años, reside en el Sanatorio Adaro de Sama. Dice que, desde la ventana de su habitación, sólo ve un patio de luces. Se mantiene al día de lo que pasa con la televisión, las visitas y la prensa diaria. Siempre está dispuesta a repasar la actualidad, pero deja claro que sus opiniones son sólo suyas. Ni de los comunistas ni de la Iglesia, las dos corrientes que han marcado su vida. Para esta entrevista, Valdés prefirió que se utilizasen fotografías de archivo.

-¿Cómo era ser mujer y política en su juventud?

-Era relativamente difícil porque la mujer jugó un papel muy importante en la República y la guerra civil. Incluso estaba en las trincheras y hubo guerrilleras. Un buen ejemplo, evidentemente, fue Dolores Ibárruri, "La Pasionaria". Llevando el tema a mis tiempos, cuando yo entré en el partido y también en la Juventud Obrera Católica, no había muchas mujeres. Era más difícil que nos incorporáramos a una labor activa. La mujer cumplía aspectos secundarios, como la publicidad o los trabajos clandestinos. La mujer tenía que armar el "alboroto", no mucho más.

-¿Cómo llegó hasta su cargo?

-No sé si tuve suerte, fue todo una carambola o si me lo sudé. Creo que fueron un poco las tres cosas. Pertenecía a la comunidad cristiana de la parroquia de San Pedro de Mieres. También iba mucho a "Amigos de Mieres" y me gustaba. Me resultaba agradable hablar con las personas que venían a dar las ponencias. Ahí descubrí otro mundo muy distinto al que conocía en mi casa, una familia tradicional y de derechas. Veía que hablábamos cosas completamente contrarias a lo que me decían a mí en casa. Allí empezó todo. Me gustaba estar con la gente del pueblo y la actividad popular. Se constituyó la junta y, mira por dónde, salí presidenta. Estaba "Agustín el Barreru" y le tengo un gran cariño porque fue el que me introdujo en ese mundo. Él mismo me preguntó si quería estar en la directiva del Caudal y yo le respondí que no sabía hacer la o con un canuto. "A todo se aprende", me contestó. Y salí presidenta, aunque el cielo se me cayó encima.

-¿Nadie se extrañaba de su labor política, a pesar de sus creencias religiosas?

-He visto que no hay mucha diferencia entre la redención del pueblo de las exigencias del Evangelio con la doctrina marxista. Aunque algunas dudas tuve. Le dije a Gerardo Iglesias si lo mío era compatible, cuando tuve la oportunidad. Y él me dijo que perfectamente, que podía ser cristiana y comunista. Que yo era ciudadana del mundo y podía escoger los mecanismos que mejor se adaptaran a mi forma de ver la vida.

-¿Qué le parece el Papa Francisco?

-Lo recibí con mucho entusiasmo, porque pensé que revolucionaría la Iglesia. Lo que me parece ahora es que no resuelve, no toma decisiones tajantes. La revolución no se hace con palabras, es verdad que hay que tener una doctrina pero no veo que avancemos. Tuvo una frase muy desafortunada cuando dijo que "la mujer no es una coneja". Me dolió en mi dignidad de mujer. Una vez dicho, ya que a todos nos salen frases mal dichas, tendría que haber puesto sobre la mesa instrumentos y remedios. Tiene que crear unos instrumentos para mejorar el mundo. Y no lo está haciendo.

-¿Se refiere al aborto?

-Yo quiero dejar claro que soy antiabortista. Pero, cuando se presenta un caso, hay que saber que hay dos partes implicadas. Además, habría que preguntarle al Gobierno qué lleva a una mujer a abortar. Igual de asesinato es matar un feto como dejar morir a un niño porque sus padres no tienen comida que darle o porque no puede lactar porque el pecho de su madre está seco. Ahí hay que tomar medidas.

-¿Piensa que es necesario que la Iglesia apruebe el matrimonio homosexual?

-Yo tengo un sobrino casado por lo civil con otro hombre. La Iglesia tendría que dejarle casarse también. El amor no tiene sexo. Es mucho más que eso. Se casan porque se aman, porque se respetan, porque tienen un proyecto común de vida. ¿Qué problema hay para no poder bendecir esa unión?. No encuentro ninguna diferencia. Conozco parejas homosexuales que sufren por no poder contraer matrimonio eclesiástico. No entiendo por qué hay que crear dolor a personas que quieren manifestarse su amor con religiosidad. Cristo dijo "amaros los unos a los otros como yo os he amado". No puso condiciones de ningún tipo.

-¿Qué le parece la situación política actual?

-Esto hay que cambiarlo. No sé qué modelo hay que seguir. Está claro que el comunismo ha fracasado, lo vemos en los países del Este, pero el capitalismo mata. Nos está matando. Sin escuelas, sin sanidad. Las residencias, aunque tengan un personal intachable, son almacenes para maletas viejas. Era lo que nosotros queríamos al principio, romper con todo y hacer algo nuevo. Ni expropiar ni nada. Que los de arriba bajaran un poco para que los de abajo subieran bastante.

-¿Sigue de acuerdo con Izquierda Unida?

-Estoy de acuerdo con casi todos sus planteamientos. Sólo diría, a mi partido y a todo el mundo, que tengan cuidado con los partidos emergentes. No sabemos hacia dónde van, no sabemos qué intermitente ponen. Diría que cuidado, con exclamación e interrogantes.

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