"Cuando los políticos apelan a la ética es que no toman medidas políticas". Así opinó el filósofo David Alvargonzález Rodríguez en el transcurso de su charla sobre las relaciones entre ética y política. Su intervención estaba incluida en el ciclo "Filosofía y sociedad" organizado por la Universidad de Oviedo, la asociación Cauce y el Club LA NUEVA ESPAÑA en las Cuencas. El ponente fue presentado por Armando Menéndez, director del departamento de Filosofía de la Universidad y Francisco Villar. Alvargonzález es profesor titular de la Universidad de Oviedo y de la UNED.

En su intervención analizó las ideas de ética y política y las realidades prácticas a las que estas ideas se refieren. Habló de las virtudes éticas individuales que se aplican al sujeto como la firmeza y la fortaleza y la política, que tiene que ver con el Estado, porque es "el arte de concebir bien, de que no se deteriore, crezca, mejore y aumente su capacidad". A la hora de hablar de la ética, hizo hincapié en las cosas que van contra ella como la tortura, el esclavismo, los abusos, la difamación o el escarnio. La política es la que toma el gobernante para que el Estado tenga estabilidad. Son definiciones que vienen de la tradición helenística, de Platón y Aristóteles retomadas luego por Espinosa en el siglo XVII. Advirtió del extraño uso que se hace de la política poniendo como ejemplo el libro "La política de los chimpancés" de Frans de Waal, que no es correcto desde el título, ya que se refiera a animales y "no hay política si no hay Estado".

El filósofo apuntó que la cuestión más complicada es que ética y política no siempre van de la mano, a veces se contradicen y están en conflicto. Algo que aparece en el siglo XVI con la edición del Príncipe de Maquiavelo y la Guerra de los 30 Años en el siglo XVII con la participación de Fernando II, rey que se suma al protestantismo. Hasta entonces la Iglesia tenía una moral y los reyes, como católicos, no podían entrar en guerra con otro rey de la misma religión. "Algo que demuestra que la ética y la moral decidían sobre la política", señaló. Es entonces cuando Richelieu, "un cardenal atípico", impone la razón de Estado por encima de la moral católica, pasando por delante los intereses de Francia. Una razón de Estado que se llamará "interés nacional" en el Reino Unido y "política de la realidad" en Alemania, acuñado por el alemán Ludwig von Rochau en el siglo XIX.

En este momento "ya se asienta el concepto de que los intereses del Estado están por encima de los personales y las virtudes éticas. El caso más evidente es el de la guerra, cuando el mandatario manda soldados que van a morir, pero ese mal ético está al servicio del bien político". Alvargonzález Explicó que es una cuestión complicada porque quienes defienden la paz sin otra consideración recuerdan el episodio de los galeotes encadenados de Don Quijote, "un héroe ético, pero un imbécil político".