Cangas del Narcea,

Alejandro ÁLVAREZ

Medio año después de que el Servicio de Salud del Principado (Sespa) y el Ayuntamiento de Cangas del Narcea prohibieran a los vecinos de la localidad de El Puelo el consumo de agua corriente, al detectarse en la traída general y en al menos seis fuentes del entorno la presencia de arsénico (una peligrosa sustancia cancerígena) en un nivel diez veces superior al límite que establece la Unidad de Salud Pública, todo continúa igual.

Los 54 vecinos de la pequeña aldea han denunciado el abandono que sufren por parte de las administraciones local y regional, que, a su juicio, aún no han querido o sabido dar respuesta a un problema que califican de «gravísimo». Desde que el Consistorio cangués publicara un bando desaconsejando el consumo doméstico de agua corriente, hace ahora siete meses, los vecinos de El Puelo aseguran que han visto considerablemente recortada su calidad de vida.

«No logramos acostumbrarnos. Aunque nos permiten ducharnos con cierta cautela y sin abusar, tenemos el miedo metido en el cuerpo. El arsénico es potencialmente cancerígeno», denuncian algunos vecinos, que lo único que piden es que se solucione cuanto antes el problema para recobrar la normalidad.

El escándalo del agua envenenada salió a la luz hace ahora un año, cuando Emilio Queipo, un vecino del Puente del Infierno, situado en las inmediaciones de El Puelo, detectó la presencia de la toxina tras un análisis sanitario periódico de su traída de agua particular. La denuncia de este vecino y unos análisis posteriores hicieron saltar todas las alarmas en el entorno. En El Puelo, al igual que había ocurrido en el Puente del Infierno, los últimos análisis de agua, efectuados en el año 1999, no habían detectado arsénico, «más que nada porque no se hizo la prueba», recuerda, aterrado, un vecino, que también sostiene que el pueblo entero podría haber estado utilizando agua contaminada desde siempre.

En la reunión mantenida días después entre el alcalde cangués, José Manuel Cuervo, técnicos del servicio de Salud del Principado y la junta vecinal de El Puelo se acordó iniciar la búsqueda de un nuevo punto de captación y el sometimiento por parte de los vecinos a chequeos médicos. Entre tanto, los vecinos tan sólo podrían emplear el agua para su aseo personal y para lavar los cacharros, quedando expresamente prohibido el consumo humano y animal y su utilización a la hora de cocinar.

El equipo de geólogos que ha estudiado el entorno ha descartado de plano que el arsénico provenga de la actividad industrial de los alrededores, tal como se había intuido en un principio, y ha afirmado que la toxina podría haber estado presente en el agua desde siempre, pero no se habría detectado hasta ahora porque los análisis de agua que se efectuaban omitían la prueba del arsénico. «Parece que sólo la Confederación Hidrográfica del Norte es la que comprueba esos niveles», insistía uno de los afectados.

Una cuestión que aún está pendiente y que habrá que dilucidar es el motivo por el que los anteriores análisis declararon potable el agua cuando, en realidad, se encontraba altamente contaminada por una sustancia tan peligrosa para el organismo como es el arsénico. «Alguien deberá dar una explicación, ya que los controles se llevaron a cabo y se nos dijo que el agua era potable», puntualizó uno de los afectados por la contaminación del agua.

Los especialistas consultados por este diario han advertido del serio peligro de contraer cáncer y problemas óseos que acarrea la ingestión de la toxina. Sin ir más lejos, en el Puente del Infierno se da la circunstancia de que Emilio Queipo está jubilado desde hace varios años por artrosis crónica. Su padre también arrastra problemas óseos y su madre fue operada hace unos años de cáncer de mama y padece una artrosis crónica en las manos.