Coaña, J. JARDÓN

Los parientes más cercanos de Eva Canel reivindican en su pueblo natal de Coaña una pequeña plaza o una calle en Oviedo, teniendo en cuenta la gran trascendencia cultural de la coañesa en Iberoamérica, quien destacó no sólo por su vocación literaria y periodística sino también por su dimensión como mujer, en tanto pionera de muchos logros a favor de los derechos femeninos comparables a los de Concepción Arenal y Clara Campoamor en España. Eso explica que el reconocimiento a su tarea haya quedado recogido en los testimonios de varios presidentes americanos de la segunda mitad del siglo XIX.

Trinidad Canel, quien parece llevar en sus venas el mismo espíritu literario que su antecesora, ha publicado recientemente «Nosotras, sentimientos y realidades», un libro reivindicativo sobre la mujer y sus sentimientos como mujer y como compañera y dadora de vida, escrito en verso libre.

Tiene otros tres temas pendientes, pero inmediatos: «El color de la vida», «Tiempo para la mujer» y «Todas las voces», así como una biografía sobre Eva Canel, basada en su aspecto como mujer, dejando casi a un lado sus dotes como gran intelectual de su tiempo. También tiene pendiente, por encargo de su editorial, escribir un libro de cuentos para niños, que va a ser traducido al bable. A Trinidad Canel éste es un tema que le apasiona y llevaba tiempo con ganas de hacerlo sabedora, además, de que los niños son muy agradecidos en estas cuestiones.

Cree, no obstante, que a Eva Canel no se le ha hecho justicia en esta vida, a pesar de su profundo españolismo, pues murió pobre y sola. Se le afeó valerse del talento de su marido, hasta el punto de que fue necesario que quedara viuda para seguir con su trayectoria. Además de conferenciante por todos los países iberoamericanos, juntamente con su marido fundó periódicos en Buenos Aires, en La Paz y en Lima. Tras quedar viuda, volvió a España, pero dos años después se establece de nuevo en La Habana, en donde funda el semanario «La Cotorra», si bien es durante la guerra de Cuba cuando adopta una postura militante en favor de la causa española y de sus valores tradicionales. Toda su trayectoria intelectual y humana le valió para que Benedicto XV la condecorara y para que el Gobierno español le concediese el lazo de la Orden de Isabel la Católica y la medalla de oro de Ultramar. Pero su fecundidad literaria no se quedó atrás.