Esos concejales socialistas que protestaban por el estado de las baldosas en las calles de varios lugares de Oviedo los traería yo a Navia para que pudieran asombrarse de cómo estamos nosotros. No se trata sólo de baldosas sueltas, sino de aceras parcheadas y desniveladas. No es de extrañar que hace tres días viéramos a una señora caer después de tropezar en uno de los desniveles de una acera céntrica delante de un café. Una acera que se ha convertido en un auténtico peligro para los que transitan por ella, especialmente al anochecer, al encontrarse sin una luz que advierta de su riesgo. En resumidas cuentas, contamos con unas aceras que están hechas una mierda. Además, las cosas se llevan con tanta parsimonia que uno nunca sabe cuándo se van a terminar. Ni siquiera se sabe si están planificadas, porque no es posible aceptar tanta imprevisión y tanto despiste en unas obras.