Hace unos días asistí, o mejor, intenté asistir, al homenaje masivo que el Ayuntamiento de Tapia ofreció al piloto Bruno Méndez, tras proclamarse campeón del Europeo de F3 después de una competición vibrante y ajustadísima. Pero he de confesar que cuando el acto iba a comenzar, con gran disgusto, me vi forzado a marchar al comprobar que sobre mí había una gotera que se colaba por el interior de la camisa, y como no podía moverme por la cantidad de gente opté por retirarme a mi casa para evitar convertirme en un trapo mojado. Y es que debemos acostumbrarnos a comprobar que los edificios públicos nuevos presentan irregularidades en su construcción, que provocan incomodidades. Algo parecido ocurrió en Navia, que a los pocos días de inaugurarse la sala de exposiciones pude comprobar, creo que fue al ir a votar, que el local se encontraba sembrado con baldes y con cacharros para recoger el agua de la lluvia.