Luarca (Valdés),

Guillermo Giannico asegura, entre risas, que fue el primer argentino que dijo que quería ser ecólogo. Tenía cinco años cuando pronunció la palabra mágica, ésa que le daría título profesional: «Entonces la gente adulta no sabía de qué hablaba», recuerda. Trabaja desde hace 14 años como investigador y profesor en la Universidad de Estado de Oregón, en Estados Unidos. Empezó a estudiar los salmónidos en 1991; estos días participa en el congreso internacional sobre estos peces que se celebra en Luarca y que debate sobre el futuro del salmón.

-¿Desaparecerá el salmón?

-Sabemos que existe un problema y que se pueden tomar medidas, pero hacer un pronóstico es difícil. En la costa oeste de Estados Unidos se estima que en 2100 van a sobrevivir poblaciones de salmónidos sólo en ciertas áreas con menos impacto urbano y humano, pero el pronóstico va a depender de la gran pregunta, que es el cambio climático. Habrá muchos factores que no se puedan manejar a nivel de cuencas. El ciclo productivo del océano está en manos de las grandes cuestiones climáticas globales y, si se modifica la mortalidad de los peces en el oceáno, si algo cambia en la productividad de mar abierto, no podemos pronosticar qué sucederá.

-¿La causa final de la mortalidad de los salmónidos es entonces el cambio climático?

-No hay una sola causa. Cuando estudias la declinación de la abundancia de peces y lo relacionas con distintos factores ambientales, hay una muerte por mil navajazos. No hay una navajada que te mata, sino que intervienen mil. Para ciertos grupos de interés, esta situación tiene una ventaja porque alguno de esos navajazos se atribuye al enemigo y viceversa, y así se pasan la pelota sin abarcar el problema como una suma de muchas cosas.

-¿Qué cosas?

-Pues no son la tala de bosques ni la pesca comercial, ni las empresas hidroeléctricas, ni la urbanización descontrolada, ni los mamíferos marinos. Los pescadores, por ejemplo, buscan a otros animales como competidores, pero todo afecta y la gente se paraliza ante una realidad tan compleja. En todo esto, los grupos de liderazgo político y social tratan de buscar una bandera y movilizarse por ella sin tener en cuenta otros factores. Desde el punto de vista científico, esto es irracional.

-¿También es irresponsable?

-No diría irresponsable. Pero sí que toman partido o ponen énfasis en un aspecto del problema mientras niegan el resto. Pueden elegir por «x» la solución más fácil. Pero si dejas el resto de lado, no se mejora nada. Lo habitual es que se tome la fruta que está colgando más baja, el resto se ve como un problema de futuro y que se encarará «cuando tengamos más recursos».

-¿Falta información para que los gobiernos tomen conciencia de la necesidad de investigar la desaparición de los salmónidos?

-Sí y no. La respuesta es «ni». Y es triste que sea así. Tenemos suficiente información para cambiar las tendencias negativas que nos han llevado a donde estamos en el terreno ambiental. No se puede decir que hace falta más información y así continuar como si no pasara nada. Negar que nos vamos a estrellar contra el muro si el tren sigue sin capitán y a esta velocidad, es obcecado. Sabemos lo suficiente para dar prioridad, por ejemplo, a determinados sectores, como las energías renovables o limpias y otras actividades con menos impacto ambiental. Pero la realidad no funciona así y las ayudas las reciben las compañías que tienen más dinero, más contactos políticos y más capacidad para presionar. Si no se producen cambios es por algo que va más allá de los científicos y de su investigación.

-¿Cuáles son las tendencias negativas que afectan a las especies de salmónidos?

-Hay una serie de factores que contribuyen al declive de las poblaciones de aguas dulces. Pero hay que tener una visión global del problema e intentar atajar todos los factores que producen este declive. Y también cambiar los modelos de gestión y de uso del agua.

-El Gobierno de Asturias ha restringido la pesca con muerte en el salmón.

-Ese es el problema menor porque son medidas para repartir el pastel. Si el pastel es pequeño, tienen que buscar cómo repartirlo. Pero el verdadero problema es que la tarta es cada vez pequeña. Es más fácil manejar a un pequeño grupo, al que se le pueden asignar cuotas, que plantear medidas para recuperar la especie, porque el problema está en el origen de la productividad y la funcionalidad de estos sistemas que producen los salmones que se pescan. Manejar al usuario final es importante en el período de transición para recuperar la población, pero como medida única, mientras, por ejemplo, se tira basura al río, no tiene sentido. La productividad del sistema es fundamental y este sistema está afectado por una diversidad de cambios en el uso de la Tierra que alteran los procesos normales dentro del sistema acuático que produce los peces que la gente quiere comer. Si interrumpes los mecanismos por los cuales los distintos elementos químicos y los insectos entran en los sistemas acuáticos, no tiene sentido manejar a los pescadores con normas temporales. Se convierte en algo innecesario.

-¿Cuáles son las soluciones?

-Mientras quienes manejan el río lo transformen en una canaleta que drena agua de forma rápida, eficiente y limpia desde el punto de vista de la ingeniería, se solucionará poco. Hay usuarios de la Tierra que buscan eso: el acceso al agua cuando la necesitan para ganar productividad en los ámbitos agrícola o recreacional. El agua va a los centros acuáticos o canchas de golf y es eliminada del río para darle esta finalidad recreativa. Es más fácil poner coto a los pescadores que decirle a Disney que le vas a cerrar su nuevo centro acuático.

-La normativa del salmón del Principado, que tanta polémica ha suscitado entre los pescadores, ¿es una solución casi baldía?

-El río tiene que funcionar como un río, no como un canal. Por ejemplo, los bosques de ribera, para los que nadie mira, juegan un papel imprescindible en el ecosistema fluvial. Y es sólo un ejemplo. Lo que hay que hacer es recuperar la funcionalidad del río y asegurar que las poblaciones de peces tengan los requerimientos de hábitats y nutricionales que necesitan para desarrollarse. Sólo así se incrementará el número de peces.

-Las repoblaciones, ¿son una medida a tener en cuenta?

-Las artificiales son negativas porque se suele repoblar, no con el grupo genéticamente adecuado, sino con lo que hay. Al salmón que se reproduce aquí hay que darle un diploma porque ha sido capaz de sobrevivir en el río, de llegar al mar, de retornar y de reproducirse. Si acortas la selección natural y metes a este porque ha sido más fácil cogerlo, eliminas el proceso de selección natural. Los peces saben hacer su trabajo y ese trabajo no se puede hacer en una piscifactoría.

-En el cauce del río Navia se proyecta un cuarto embalse.

-Construir presas no es una buena tendencia para mantener la viabilidad de los recursos fluviales a largo plazo.