Canero (Valdés),

A. M. SERRANO

Los pescadores de la cuenca del Esva criticaron ayer la situación de la piscifactoría de Canero (Valdés), que según denuncian no cuenta con las barreras de protección para evitar la entrada y muerte de cientos de alevines de salmón en las instalaciones. Los ribereños aseguran que detectaron esta presunta irregularidad hace una semana, a pocos días de que dé inicio la temporada de la pesca con muerte del salmón, el próximo domingo. Según indican, la normativa vigente obliga a este tipo de instalaciones a cerrar el paso de las aguas del río para evitar la entrada de los ejemplares, en este caso de alevines de salmón y reos.

La entrada de los peces en estas aguas pone en riesgo al salmón, que de esta manera no realiza el recorrido natural, que le lleva a alta mar para luego retornar al río a desovar. «Estamos completamente olvidados», se quejó ayer Alberto Fernández Rubio. Según este pescador, con décadas de experiencia en la pesca de salmón, la Cuenca del Esva tendrá cada vez menos ejemplares de esta especie si no se controlan estas situaciones. Los pescadores aseguran que incluso se han puesto en contacto con los guardas de la zona sin encontrar de momento ninguna respuesta.

La presencia de alevines en la piscifactoría es, según explican, «sólo una de las irregularidades que pasan desapercibidas en este río por falta de control e implicación». Los ribereños mantienen que el contador instalado el año pasado para controlar el número de salmones del río fue arrastrado por las últimas riadas, sin que fuera repuesto. «Nos hacen responsables de la falta de salmones y después no cuidan el entorno en el que habitan. Es una vergüenza», critican.

El colectivo de pescadores critica la pesca sin muerte, una modalidad que entró en vigor el año pasado y que el Principado puso en marcha para preservar la especie. El próximo domingo se abrirá la temporada con muerte y con ella la llegada del famoso campano, el primer salmón de la temporada. Los ribereños del Esva, sin embargo, están más preocupados por los alevines que mueren o no encuentra su camino al mar al no cerrarse la compuerta de la piscifactoría. «Es algo que tendrá sus consecuencias en unos años, cuando tendrían que retornar, ya salmones de dos o tres kilos, a desovar el río», explica otro pescador, Manuel Suárez Nido.».

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