El pasado 1 de septiembre tuvo lugar en Boal la inauguración del Monumento a la Emigración Asturiana y a la Sociedad de los Naturales del Concejo de Boal en La Habana, un conjunto escultórico de 4 piezas de tamaño natural que representa la despedida de un joven a La Habana, realizado por el escultor y pintor D. Amado González Hevia «Favila», y basado en una fotografía de D. Pelayo Infante en la revista «Asturias Gráfica», de 1921.

Fue una jornada muy especial para todos los asturianos. En la misma se rindió homenaje y recordó, con inmenso cariño, a todos los emigrantes asturianos, aquellos jóvenes, casi niños, que en los inicios del siglo XX dejaron atrás su pueblo natal, a sus padres -algunos, sus juegos infantiles y otros su primer amor adolescente- para embarcarse en la aventura americana en búsqueda del triunfo personal y de una vida mejor para ellos y para sus familias en sus pueblos de origen.

Desde Llanes a Vegadeo, pasando por Colombres, Grado, Trevías, Pola de Allande, Navia, o Boal, son pocos los pueblos que no han vivido el desgarro de la emigración. Para todos es aún un recuerdo cercano y no olvidan a sus familiares y vecinos.

Pasados los años, algunos de estos emigrantes volvieron a Asturias convertidos en los «indianos» o los «americanos» ricos que construyeron hermosas casas a lo largo de toda Asturias, de Oriente a Occidente, así como obras para el beneficio colectivo: escuelas, lavaderos, parques, etcétera. Muchos otros, menos afortunados, no volvieron, y tejieron su vida en la nueva tierra de acogida con la tristeza de no volver a ver a sus seres queridos. Sin embrago, unos y otros tuvieron siempre en común la añoranza y el amor a su tierra, así como la colaboración y ayuda a sus compatriotas de uno y otro lados del atlántico; sentimientos y conductas que permanecieron inmutables hasta el fin de sus días.

Pero la celebración es doble porque también se ha hecho un reconocimiento a todos los emigrantes boaleses y, en especial, a los fundadores, socios y colaboradores de la querida Sociedad de los Naturales del Concejo de Boal en La Habana, esa institución que llenó el concejo de escuelas -concretamente, 21- siendo ejemplo para otras sociedades asturianas y contribuyendo, a través de su generosidad y altruismo, a elevar los niveles educativos y formativos en el occidente asturiano. A través de esta sociedad boalesa también homenajeamos a otras muchas que se preocuparon por la enseñanza en Asturias.

El Monumento a la Emigración Asturiana eleva su voz en reconocimiento a la labor realizada por todos, TODOS, los emigrantes asturianos. Sin embargo, esta voz no debería limitarse sólo a este monumento y sí, en cambio, proyectarse en el día a día de nuestras vidas a través de las lecciones y la herencia que nuestros antepasados nos han dejado. Debemos recoger el testigo para que sus acciones no se pierdan con el paso del tiempo: por una parte, en cuanto a la defensa de la instrucción y de una sólida formación para las jóvenes generaciones, como hicieron los emigrantes que ahora homenajeamos, la cual no es sólo responsabilidad de los docentes, sino también de los políticos, de las administraciones, de los padres y de la sociedad en su conjunto, porque un pueblo preparado y culto podrá hacer frente a las dificultades de una sociedad cada vez más cambiante. Y, por otra parte, debemos mantener el importante legado de nuestros antepasados referido a la integridad ética y moral. Su vida es un ejemplo a seguir: el esfuerzo, la honradez, la decencia, la generosidad, el altruismo, el honor, la dignidad? deben ser, junto con el esfuerzo por la superación intelectual, modelo de vida para nuestras acciones y para la formación de las futuras generaciones. Este compromiso, junto con el monumento recientemente inaugurado, es el mejor homenaje a los emigrantes asturianos.

Dedicamos un recuerdo muy especial a dos amigos, uno de Boal, Jesús Francisco, y otro de Grado, Toni, que colaboraron para hacer realidad este monumento y que, desgraciadamente, hoy no se encuentran entre nosotros. Sabemos que tenían una gran ilusión por el mismo y que hubieran disfrutado mucho en la inauguración del conjunto escultórico.

Para finalizar, unas palabras de reconocimiento a quienes han hecho posible la ubicación de este monumento en Boal. En primer lugar, a la sociedad asturiana, a todos los emigrantes asturianos al concejo de Boal por su gran generosidad económica, y a todos los socios y amigos de Forum Boal 3000, gracias a cuya colaboración y ayuda, mediante suscripción popular, este sueño se ha hecho realidad.

De manera muy especial damos las gracias a las familias Sanzo-Ron y Fernández-Arias por la iniciativa para este monumento y por todo el trabajo realizado.

Asimismo, nuestro reconocimiento al Ayuntamiento de Boal por su disponibilidad para llevar a buen término este proyecto.

Unas palabras de agradecimiento muy especiales son para el escultor «Favila», D. Amado González Hevia, que gracias al altruismo propio de aquellos emigrantes, ha donado su trabajo artístico. De no ser así, una obra de esta envergadura, con una cuantía económica elevadísima, hubiera sido imposible de alcanzar para la asociación Forum Boal 3000, canalizadora del proyecto. Sin embargo, hoy la tenemos en Boal, y por medio de ella rendimos homenaje a todos los emigrantes asturianos y damos un paso importante para que Boal sea conocido más y mejor fuera de sus fronteras.

Y por último, y no por ello menos importante, nuestro más profundo agradecimiento a todos los asistentes a la inauguración, a los vecinos del concejo de Boal y a todos los que se desplazaron desde muy lejos como muestra de recuerdo y homenaje; algunos eran emigrantes; otros, hijos, nietos, familiares, vecinos o amigos de emigrantes asturianos que hace muchos años se desplazaron a países de América, de Europa y de otras partes del mundo muy alejadas de su pueblo natal y que quisieron estar en Boal para rendir este homenaje.

En nombre de la asociación Forum Boal 3000, instamos a todos a mantener siempre viva la llama del legado de los emigrantes asturianos: esa llama referida a la educación, a la formación y al conocimiento, así como a la integridad ética y moral, un marco de referencia fundamental en la sociedad convulsa en que vivimos.