Salas, Sara ARIAS

«Era una persona muy sincera, humana y sensible y para él, el tema de los derechos humanos era una vocación, más que otra cosa». Así definió ayer George Edward Scheibner, amigo y compañero en las Naciones Unidas (ONU) al salense Fernando Castañón, fallecido recientemente y a quien ayer la Fundación Valdés Salas le rindió un homenaje mediante una charla coloquio sobre derechos humanos en la que participaron compañeros y amigos, como Martín Caicoya, director médico del HUCA; Joaquín de la Riva, fiscal de Medio Ambiente de Asturias; e Ignacio Balbín Meana, coronel en misiones de paz en Centroamérica.

Castañón desarrolló su trabajo en diferentes países y continentes, desde Nicaragua (Centroamérica) a la República Democrática del Congo (África), donde coincidió con Balbín, que le recuerda como «una persona apasionada, muy buen compañero y muy buen jefe, sabía sacar lo mejor del equipo y también dar crédito a quien lo merecía y era capaz de demostrar lo que era capaz de hacer». En la República Democrática del Congo investigaron y documentaron «violaciones de los derechos humanos tanto por funcionarios estatales como por grupos armados». Así se pudieron probar casos en la Corte Penal Internacional, explicó Balbín. También ayudaron a organizaciones no vinculadas a la ONU, «bajo la dirección de Fernando» a crear una serie de iniciativas de cooperación que sirvieron para poner en marcha técnicas de investigación para que «los tomasen en serio», relató.

Pero lo que más resaltó Balbín de las actuaciones llevadas a cabo por Castañón fue que «Fernando creó una unidad de protección de los defensores de los derechos humanos que se encuentran en peligro por sus denuncias. Él consiguió fondos de la Unión Europea para darles cierto apoyo».

Balbín también destacó la vocación con la que Castañón enfrentaba día a día su trabajo «dejando Asturias atrás y en condiciones precarias y peligrosas». Scheibner también fue compañero de Castañón en el país africano, pero no fue hasta la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) cuando fraguaron su amistad.

«El reto era ser dos jefes y amigos, pero allí compartimos una experiencia difícil con falta de apoyo y recursos y quizás con el inadecuado reconocimiento», matizó. Scheibner puso de relevancia «el mérito» de Castañón. por «a pesar de ser bastante tímido y reservado haber podido llegar a ser un líder». Durante el trabajo en Haití, Castañón estaba «sólo por debajo del secretario de la ONU, era el alto cargo en Haití».

En cuanto a la repercusión de la crisis en la carrera por mantener el respeto hacia los derechos humanos de las personas, Balbín incidió en que «ahora se reducen las aportaciones al presupuesto de derechos humanos, este año nos han pedido reducir un quince por ciento, eso significa hacer por menos lo mismo».