«Si el Arzobispo de Oviedo no nos hace caso, vamos a ir hasta el Vaticano, en autobús o como sea, pero vamos a ir hasta el Vaticano a pedir que nos dejen a nuestro cura aquí, que no nos lo cambien». Así de contundentes y determinados están los vecinos de trece parroquias del concejo de Tineo. Y es que quieren tanto a su cura, Mauricio Fernández Guíñez Isamit, que no piensan cejar en el esfuerzo para evitar que lo trasladen.

La homilía que el cura pronunció en la semana de Pascua, en la iglesia de Bárcena del Monasterio, fue la fórmula elegida para comunicar a sus feligreses la noticia de que iba a ir trasladado. Los presentes no daban crédito, pues este párroco es enormemente querido en la zona.

Mauricio Fernández, chileno, llegó a Tineo hace nueve años y, desde entonces, se ha convertido en un referente para los más de cien pueblos que forman las parroquias de Bárcena del Monasterio, Troncedo, Bustuello, Santiago de Cerredo, Sanguñeo, Borres, San Martín de Semproniana, Santullano, El Pozón, Gera, San Facundo, San Esteban de Relamiego y San Felix. En total son más de 1.500 personas las que viven en la zona y son atendidas por este párroco.

Isabel Álvarez, de Troncedo, María Julia Álvarez, de Valles, María Jesús Magadán, de El Espín, y José Álvarez, de La Estrella, son cuatro de las personas que, en cuanto conocieron la noticia, se organizaron para impedir el traslado. Yendo casa por casa, consiguieron reunir 1.345 firmas en menos de quince días, todo un logro, demostrativo de la unanimidad de los feligreses.

«Todo el mundo le quiere, todo el mundo. En estos pueblos somos muy individualistas, estamos dispersos y no muy unidos para casi ninguna cosa, y en este caso es que le quiere todo el mundo. La firma es libre y la gente ha firmado de corazón», dice María Julia Álvarez.

Los vecinos presentarán estos papeles ante el Arzobispado para que su cura se quede. «La Iglesia tiene que escuchar al pueblo, no pueden hacernos esto. No tenemos nada contra el cura que venga, pero nosotros queremos al nuestro», subraya María Jesús Magadán, con el asentimiento de los demás. Quieren dejar claro, eso sí, que Mauricio no está implicado en esta movilización, «es todo cosa nuestra».

Es Isabel Álvarez la que más enfática se muestra a la hora de explicar el porqué de este amor de los feligreses por su cura: «porque yo nunca había conocido a ningún cura como este. Tan directo, tan implicado, tan solidario, tan buena persona, tan honesto. Él está siempre preocupado de ayudar, de echar una mano, de si hay que limpiar tal o cual iglesia... Es moderno y es sincero; tiene genio, como todo el mundo, pero siempre de cara. Yo no tengo nada en contra de los que había antes, pero como este no he conocido a ninguno», manifiesta.

Y añaden, para que tome nota quien corresponda, que Mauricio llenó las iglesias de sus parroquias de jóvenes y de niños, que hizo las misas mucho más amenas y participativas, que les deja cantar y tocar música. «Los jóvenes, que son más sinceros que los viejos, ya han dicho que, si se va el cura, ellos no vuelven a misa».

El traslado está previsto para después de septiembre, cuando Mauricio Fernández tiene previsto viajar a su país natal, Chile. Inicialmente, a su vuelta ya estaría en otro destino. Pero eso no sucederá si se hace caso a toda una comunidad de católicos que no están dispuestos a perder a su cura.