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El lento resurgir de El Valledor

"Lo que creció rápido fue la maleza; para que vuelva a ser como antes tendrá que pasar más de un siglo", lamentan los vecinos, que reclaman más inversión en repoblaciones

Por la izquierda, Manuel Campos, José Luis Rodríguez y Ángel Díaz, ante unos árboles que muestran las secuelas del incendio.

El verde ha ido regresando poco a poco al valle allandés de El Valledor. A punto de cumplirse el cuarto aniversario del incendio que arrasó más de 2.000 hectáreas de monte, bosque y viviendas, las montañas han comenzado a regenerarse cubriéndose con una capa de matorral que intenta en vano esconder la tragedia ocurrida el 23 de octubre de 2011. "Lo que creció rápido fue la maleza, pero para que El Valledor vuelva a ser como antes tendrá que pasar más de un siglo, lo que quedan son troncos quemados y árboles enfermos", describe José Justo Fernández, de Salcedo.

Precisamente, los vecinos echan de menos que no se destinen ayudas para comenzar a repoblar y que, a pesar de lo ocurrido, el monte "continúa descuidado, con necesidad de cortafuegos y de desbroces", reivindica el presidente de la parroquia rural de San Martín del Valledor, Manuel Campos. Los vecinos son conscientes de que es necesaria una gran inversión para acondicionar todas las hectáreas quemadas, y por eso no esperan que se haga todo a la vez, sino que "se deberían ir destinando partidas de dinero para repoblar varias hectáreas año a año", explica Campos.

Las ayudas que sí se recibieron en El Valledor fueron las destinadas a la recuperación de las pérdidas ganaderas, valoradas en 409.916 euros, y que sirvieron para la compra de forrajes y para la recuperación de cierres y de traídas de agua, que dieron cierta normalidad a los ganaderos.

"Perdí casi todo el silo, seis kilómetros de cierres y las traídas de agua, además de nueve colmenas de abejas y maquinaria agrícola", explica José Luis Rodríguez, de Villasonte, quien asegura que el día del incendio fue duro, "pero lo que vino después fue peor aún", enfatiza.

Los ganaderos se encontraban con fincas totalmente abiertas y algunas de ellas sin agua donde no podían tener al ganado. Una vez superado ese trance, gracias a las ayudas, se encontraron con un nuevo problema: los acotamientos (la prohibición de pastorear en terrenos quemados). "Fuimos los afectados y también los castigados porque se nos impuso un acotamiento que aún hoy se mantiene", comenta José Justo Fernández. Ángel Díaz, de Tremao, ganadero de cabras, coincide en que "fue la ruina total, nos encontramos con todo el monte quemado y luego acotado sin tener a dónde llevar las cabras". A día de hoy, Díaz aún no se explica cómo el fuego llegó a descontrolarse tanto. "Llevaba cinco días prendido en la zona del Pozo de las Mujeres Muertas y podría haberse apagado; pero no se hizo y cuando llegó el viento, en pocas horas lo teníamos aquí", lamenta.

Viviendas, cabañas ganaderas y de cazadores también sufrieron el paso de las llamas. Con el tiempo, algunas se fueron reconstruyendo, como la sede de la parroquia rural, antigua escuela de San Martín. Había sido inaugurada días antes del incendio y tras el paso del fuego sólo quedaron en pie sus cuatro paredes. No se reabrió hasta el verano de 2014.

Peor suerte ha tenido la Torre de El Valledor, declarada bien de interés cultural (BIC), y propiedad de Antonio García, cronista oficial de Allande. En el incendio se quemó parte del conjunto: la vivienda, conocida como casa del Cirujano, y la panera contigua. En ese momento, el Gobierno anunció una partida de unos 207.000 euros para su reconstrucción, que nunca llegó a hacerse efectiva. Hace dos años, Andrés García, hijo de Antonio García, solicitó una cita con el actual Presidente regional "y no tuvo la gentileza de recibirme, aunque yo sí lo había atendido el día después del incendio en mi propia casa calcinada". García asegura que sólo el Ayuntamiento les ha ayudado financiando la redacción del proyecto de restauración.

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