El juego de bolos ocupó hace no muchos años buena parte del tiempo libre de los habitantes de La Oteda. Domingos y días festivos eran las fechas escogidas por los hombres para jugarse algo en una partida de bolos en la bolera que estaba situada al lado de la capilla. Después llegó la federación y la parte lúdica fue dejando paso a la competición, que se continúa disputando en una nueva bolera ubicada al fondo del pueblo y que cada fin de semana llena de vida La Oteda desde marzo hasta octubre.
"Me acuerdo de ver, cuando era neno, cómo la gente se juntaba para echar unas partidas y se jugaban a lo mejor una botella de vino", explica Ramiro González, vecino y también jugador de bolo celta. En la bolera juegan varios equipos (La Oteda, Los Dorados, Serenos y Trisquel) formados por integrantes provenientes de toda la región que hacen que cada fin de semana La Oteda sea un bullicio, una estampa que contrasta con su día a día. "No somos mucha gente, de una treintena de casas la mitad están deshabitadas, aunque mucha gente vuelve en verano", comenta Marina Álvarez.
Lo que más destacan los vecinos de su pueblo es su extensión y su terreno. Algunos se atreven a asegurar que es uno de los mejores del concejo. Aquí sobreviven seis ganaderías, que suman unas 600 cabezas de ganado, "aunque el pueblo podría albergar unas 3.000 reses", apunta González. "Tenemos fincas muy buenas, todas adecuadas para la maquinaria y para producir lo que necesita una ganadería de leche", subraya José Ramón Álvarez.
Entre las peticiones vecinales para mejorar La Oteda están la de un arreglo de las pistas de la concentración parcelaria, la colocación de bancos a lo largo del pueblo y la rehabilitación de las fuentes, una de ellas con lavadero, que a muchos les gustaría ver en buenas condiciones y con uso.
