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"La miel de brezo vende, y si es de Boal, vende el doble", afirman los apicultores

El concejo llega a su vigésima novena cita ferial, marcada por la fuerte demanda y por la merma en la producción a causa de la sequía

María Jesús González junto a los tanques de mil litros donde reposa la miel durante quince días antes del envasado. G. GARCÍA

La miel de Boal empieza a recoger lo sembrado desde hace más de tres décadas, cuando se popularizó el producto más allá de los concejos vecinos. La demanda es tal que los productores no logran satisfacer las necesidades del mercado, y año tras año crece el interés en conseguir que surjan nuevos apicultores dispuestos a incrementar las treinta toneladas que, se calcula, se producen en Boal. Oportunidades no faltan. A las puertas de la vigésima novena feria de este dulce manjar, los apicultores reconocen que la miel de brezo tiene tirón, "y si es de Boal, el doble".

Esta campaña, que acaba de finalizar con el esmelgado de las colmenas, ha estado marcada por la sequía y las altas temperaturas, que han mermado considerablemente la producción. Una disminución que se nota más tras los buenos números del año pasado. "No ha sido una cosecha mala, no se puede decir eso, pero tampoco buena, bastante peor que el año pasado", explica Julio Fernández, veterano productor boalés.

Las causas hay que buscarlas en la meteorología, que ha sido especialmente adversa para el trabajo de las abejas. "El principio del verano llegó con mucho viento, y en julio tuvimos unas temperaturas extremas, que no son normales aquí, y después la sequía", apunta Fernández. El entorno perfecto para la producción de miel debe tener calor, pero también humedad, para que se genere el néctar con el que trabajan los insectos. "Eso sí, la calidad es exactamente la misma", subraya.

Por su parte, la apicultora María Jesús González, ha notado un pequeño cambio en el sabor al recoger su cosecha. "Es más densa, más dulce. Creo que fue la seca, está riquísima. Otros años está más afrutada, este año tiene más fuerza", asegura.

González mantiene unas ciento cincuenta colmenas, y piensa en ampliar. Considera que la apicultura es un recurso que está "totalmente infrautilizado" en el medio rural, y anima a los interesados a probar fortuna en el sector. "Una familia, con unas doscientas colmenas, puede vivir. Y la comercializa sin problema. Es una buena salida para vivir en el campo y trabajar", afirma. En el apartado negativo, destaca los problemas existentes, como el parásito de la varroa o la inminente llegada del avispón asiático. "Habrá que prepararse y luchar", apunta, resignada.

La miel de Boal es reconocida en toda la geografía nacional. Se vende en diferentes puntos del país, y siempre deja satisfecho al comprador. "La miel de Boal se vende sola. Es llegar a una feria, y todo el mundo te busca porque ha oído hablar del producto", cuenta María Jesús González.

Eventos como la Feria de la Miel ayudan a mantener esta bien ganada fama, en lo que se ha convertido con el paso de los años en una gran fiesta para los boaleses. "La gente espera a esta fecha, todo el pueblo se implica, y supone una gran promoción para nosotros", destaca Julio Fernández. Boal se encuentra ante su fin de semana más dulce.

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