El barrio cangués de Santiso descorchó ayer las primeras botellas de vino de la cosecha, con excelente resultado. Los entendidos aseguran que se trata de una de las mejores añadas en calidad y cantidad de los últimos años, una sensación que quedó patente en cada paladar que pudo degustar la producción de las bodegas más antiguas de la zona. La cita, que congregó a centenares de personas, arrancó dos compromisos del alcalde, José Víctor Rodríguez: ayudas a los productores locales y trabajo para lograr que la cultura del vino de Cangas logre el premio al "Pueblo Ejemplar", al que se presentará candidatura.

Como cada año por estas fechas, los vecinos abrieron sus bodegas y descorcharon los primeros caldos del año. Por Santiso, cuna de la tradición vitivinícola de la comarca, corrió sin parar el vino, bien acompañado por las viandas de las matanzas, como cabezada, picadillo y callos, así como empanada y bollo preñao.

El sentimiento de hermandad y colaboración impregnó el pregón, declamado por Antonio Ochoa, profesor en el instituto cangués y enamorado de los caldos locales. "El vino es, sobre todo, una tradición que nos muestra el camino y una pasión que nos anima a recorrerlo. Es un trabajo y un ocio que se comparte con la gente que nos importa", señaló.

Ochoa recordó que fue la unión y colaboración de todos los cangueses lo que posibilitó la recuperación de la tradición vitivinícola de la comarca. "Un vaso de vino no es nada si no hay un amigo cerca, y una reunión de amigos no está completa si no hay una botella de vino de Cangas en el medio de la mesa", incidió el pregonero, al tiempo que destacaba que "la idiosincrasia canguesa no podría comprenderse jamás sin esa cultura de la amistad y del vino".

La fiesta de Santiso, cuya ermita cumplirá un milenio dentro de tres años, hunde sus raíces en la tradición, pero no por ello olvida renovarse. En esta ocasión lo hizo por partida doble: gracias a la nueva senda que une el barrio con la villa, y también por la nueva imagen que acompaña al santo, que no es otra que Santa María de la Vid, una coqueta imagen que ayer vivió su primera procesión. "Velará por las próximas cosechas de vino", predijo de ella Raúl Teimil, cofrade mayor de la Cofradía del Vino de Cangas, entidad que donó la figura. "Este año la cosecha fue excelente, en calidad y en cantidad. Que la gente tenga cuidado con él, porque se bebe demasiado bien", advirtió el propio Teimil, que recibió un detalle de manos de los vecinos del barrio por la colaboración e implicación de la cofradía con esta festividad.

La calidad del vino local fue respaldada, del mismo modo, por Joaquín Fernández, presidente de la asociación cultural de Santiso y Llamas, al reconocer que, "dentro de lo malo del cambio climático, esas temperaturas altas han tenido algo bueno: han reducido la acidez y mejorado mucho el sabor de los caldos".

Para el Alcalde cangués, el vino forma parte "de nuestro ADN, junto con la naturaleza y la pólvora", y todo se une en esta primera fiesta del año. Rodríguez se comprometió a colaborar estrechamente con el barrio, para que el vino "sea un elemento dinamizador de la economía de la comarca". Para ello, se dará apoyo a los productores a través de los fondos Leader, y se presentará una candidatura a "Pueblo Ejemplar" en esta próxima edición, actualizando el proyecto existente y buscando la complicidad de todos los que forman parte de la cultura vitivinícola canguesa.

El bodeguero Saturnino Ron abrió su modesto local para dar de beber y de comer a todos los asistentes. Afirma que los vinos, este año, "son muy buenos, con casi trece grados de alcohol". Recuerda cómo la fiesta de Santiso fue, desde siempre, el pistoletazo de salida para las cosechas. Él utiliza una mezcla de variedades, entre las que se encuentran "carrasquín, albarín negro y algo de mencía". Se encuentra satisfecho con el resultado. Sus invitados también: "Parece que son muy buenos. A mí me encantan", señala José Luis Huerta, que cree que lo mejor de la jornada es "cuando la gente se entona y empieza a cantar, es una maravilla".