El pueblo de El Rañadorio se sitúa en el límite entre los concejos de Tineo y Salas. Pertenece al primero, pero eclesiásticamente guarda relación con el municipio vecino al depender de la parroquia de Cueva. De hecho, los vecinos bromean con su situación: "Vivimos toda la vida en Tineo y al final acabamos enterrados en Salas".
Una situación en el mapa que también afecta al nombre del pueblo. Depende en qué municipio se pregunte, la "i" varía de posición. "Aquí siempre se conoció como El Rañadorio pero desde hace unos años en algunos papeles y señales están poniendo El Rañadoiro", comentan los vecinos. La razón responde a las diferencias lingüísticas entre los concejos más al centro, que pronuncian Rañadorio, de los situados al Occidente, donde se mantiene la segunda opción.
El pueblo viene de tradición ganadera y aún mantiene cuatro explotaciones activas que esperan la llegada de la concentración parcelaria. "Estamos pendientes porque hace medio año que no sabemos nada, ahora llega tarde; tendría que haberse promovido hace 30 años, pero entonces la gente no lo veía", comenta Fabián Fernández.
Otro de los proyectos que preocupa a los vecinos, pero que en este caso esperan que no llegue a desarrollarse, es la extensión de la línea eléctrica de Buspol a Boinás, que supondría la colocación de más torres eléctricas en una zona que ya cuenta con numerosos tendidos. "Estamos cosidos de cables y torres y todavía quieren poner más", protesta Adamina Fernández. Los vecinos temen a las enfermedades que pueda provocar la concentración de torres eléctricas alrededor de sus casas, "sin hablar del efecto paisajístico que tienen".
El Rañadorio se muestra orgullo de las dos fiestas que celebra en abril y septiembre y piden que se promuevan sendas por la zona para atraer caminantes.
