De puntillas y prácticamente en silencio se acercan los alumnos del colegio público Verdeamor de Tineo a la parte de su biblioteca donde desde hace una semana tienen instalada una incubadora con 38 huevos. Con caras de ilusión y de curiosidad se arremolinan alrededor del aparato del que esperan con impaciencia ver salir los pollitos, algo para lo que aún tendrán que aguardar más de una semana, ya que la previsión es que los cascarones comiencen a romperse el próximo dos de marzo.

La iniciativa parte de la asociación para la recuperación de la pita pinta asturiana y está financiada por la fundación Caja Rural. Ellos son los encargados de llevar al centro la incubadora con los huevos fecundados y explicar al alumnado y profesorado el proceso del que van a ser partícipes. "El presidente de la asociación, Emilio Martínez, vino y nos explicó como es el proceso que dura 21 días y curiosidades como que cuando los pollitos van a nacer en el pico hacen como un diamante para romper el huevo y luego lo pierden, una historia que encantó a los niños", explica María José Busta, la profesora y responsable de la biblioteca encargada del proyecto.

Cada semana los alumnos del centro, que van desde Educación Infantil de tres años hasta sexto de Primaria, pasan al menos una vez por la biblioteca para acercarse a la incubadora. Cada clase tiene asignados unos huevos que estudian con la ayuda del ovoscopio para observar los cambios que se producen en su interior.

"Les hace mucha ilusión pero se les hace largo y quieren verlos nacer ya", explica la profesora que considera que el proyecto, más allá de crear una expectativa conjunta en el alumnado, también les ayuda a entender la fecundación. "Van a ver cómo es el nacimiento del pollito y yo les voy comparando todo el proceso con el embarazo, cuando ellos estaban en la barriga de sus mamás", comenta.

Tanto alumnos como profesores esperan ver nacer de la mayoría de los huevos los pollitos que criarán durante un tiempo en el centro en otro tipo de incubadora. Luego serán los propios alumnos los que se encarguen de su cuidado, ya que se sortearán entre los estudiantes para que se los lleven a casa. "Enviaremos una carta a los padres para que nos den su consentimiento y, entre los que acepten, los sortearemos", asegura Busta.

Hasta que llegue el momento, tienen que estar pendientes de que la incubadora mantenga una temperatura constante de 38 grados y una humedad que no puede bajar del 50 por ciento.