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La buena convivencia reina en San Fructuoso

"La base de un pueblo es llevarse bien", aseguran los vecinos de la localidad, que también presumen de huerta

Acacio Álvarez sobre un tractor con más de 50 años de historia. D. ÁLVAREZ

"San Fructuoso es un pueblo en el que da gusto vivir". Al menos es lo que aseguran los vecinos de esta localidad tinetense situada a pocos kilómetros del alto de Forcayao. Tanto es así que en la zona existe un refrán que da fe de la buena convivencia en el pueblo y de lo fácil que es adaptarse a la vida en el mismo: "A San Fructuoso se hace todo el mundo". La razón está en la buena relación de vecindad existente.

"La base de un pueblo es que los vecinos se lleven bien", apunta Merce Santamarina. Cumpliendo esa máxima, todo es mucho más fácil de llevar y todos coinciden en que "es lo mejor del mundo porque se vive bien y muy tranquilo".

A pesar de que, como está ocurriendo en buena parte del mundo rural, la pérdida de población en los últimos años ha sido muy acusada, reduciendo hasta casi la mitad el número de casas habitadas de forma habitual en San Fructuoso, es fácil encontrarse en las calles con algún vecino dedicado a los trabajos del campo, estos días centrados sobre todo en el huerto. De hecho, si de algo presume San Fructuoso es de la calidad de su fruta y su hortaliza.

"Es un pueblo muy productivo porque es muy soleado, lo que hace que se den naranjas, limones y todo tipo de fruta sabrosa y dulce, además de todo clase de hortaliza", explica Acacio Álvarez.

Aparte de trabajar la tierra para el consumo propio, el pueblo fue siempre ganadero, resistiendo en la actualidad cuatro explotaciones, aunque solo dos con buen número de cabezas de ganado y con posibilidades de futuro a largo plazo. Además de ganadero, San Fructuoso también fue cuna de músicos, hasta cinco llegaron a compartir la experiencia de tocar por los bares y fiestas de la zona. Todos ellos se caracterizaban por ser autodidactas y manejaban instrumentos como la trompeta, el saxofón, el clarinete y el acordeón.

El ambiente festivo del pueblo no solo estaba representado en sus músicos, también se veía en sus fiestas. La más recordada por los vecinos es la de la Convivencia, en la que se unía toda la parroquia en la zona de Cotariello, donde se encuentra una ermita. En ese punto, en el que hoy en día hay un área recreativa y una bolera, se celebraba también la feria ganadera de San Martín cada 11 de noviembre. Dos tradiciones perdidas que en las que los disfrutaron hacen revivir buenos recuerdos, de los que aún se siguen creando con la celebración de la fiesta de Sacramento, para las que el pueblo se vestirá de gala en poco más de un mes.

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