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La nueva vida del enfermo renal

"El diagnóstico debe ir seguido de un cambio en los hábitos", señala Rogelio García, presidente del colectivo

Rogelio García, en Jarrio. G. GARCÍA

"Cuando recibes un trasplante, te ponen un chip aquí arriba que te hace recordar siempre al donante". Así lo explica Rogelio García, que recibió una nueva vida hace 19 años, cuando le fue trasplantado un riñón tras padecer una enfermedad renal. Ahora preside la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales (Alcer) en Asturias. Desde este colectivo, y con ayuda de una serie de profesionales, trata de facilitar la vida a quienes sufren este tipo de patologías, ofreciendo información sobre los tratamientos, acompañando al paciente con talleres y cursos, y dando apoyo a las familias.

"Alcer fue fundada hace más de treinta años. El objeto en aquel entonces, al igual que ahora, es luchar contra los problemas que tienen los enfermos renales", explica García, que apunta que "desde entonces, ha dado muchas vueltas la vida". En los inicios se peleaba por un acceso igualitario al tratamiento, "ya que los mayores de 52 años no tenían opciones a recibirlo". En la actualidad, este tema se ha resuelto, pero quedan otros muchos por los que merece la pena luchar. Todos aquellos que tienen los 750 enfermos renales que reciben tratamiento sustitutorio en Asturias.

"Uno de los primeros pasos es la orientación hacia la nueva situación que les toca vivir cuando se diagnostica la enfermedad", señala el presidente de Alcer. Así, plantean la necesidad de acometer "un cambio en los hábitos de vida, ya que la alimentación debe de cambiar radicalmente, junto con la ingesta de líquidos, que debe ser controlada", subraya Rogelio García. Es esencial, llegados a esta situación, que el enfermo renal "tome conciencia de que se trata de una enfermedad crónica, pero que a pesar de ello debe realizar una vida normal". La asociación trabaja para favorecer viajes de vacaciones en los que se ofrezca tratamiento en el punto de destino.

Otro de los puntos a tratar es el de la familia, el círculo de apoyo más cercano para el paciente afectado. "Los familiares también deben adaptarse a la nueva situación, ya que el enfermo puede causar problemas por su propia condición: cada dos días tiene que hacer tratamiento", señala.

Para todo ello, la asociación pone en marcha diversos talleres, así como servicios de nutrición y psicología para enfermos renales y sus familias. Se concentran en Oviedo y Gijón, aunque poco a poco, señala García, se quiere ir ampliando a otras zonas, "para estar cerca de nuestros asociados", que a día de hoy rondan los cuatrocientos.

Sobre el mejor de los tratamientos, que es el transplante renal, el presidente de Alcer ve positivo el número de operaciones que se realizan en la región, que superan el medio centenar cada año. "A más donaciones, menos enfermos tendremos", incide García, que cuantifica en 93 el número de personas que actualmente se encuentran a la espera de un nuevo riñón.

Por experiencia propia, Rogelio García sabe que recibir la noticia de la enfermedad renal "puede desequilibrar mentalmente", por eso ofrece todo el apoyo posible desde el colectivo que representa. Y se pone como ejemplo de que las cosas pueden salir bien: "Mi experiencia es muy positiva. Ahora tengo una nueva vida".

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