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"Me siento abrumado", dice José Arango tras el homenaje recibido en Salas

El impulsor de la asociación vecinal y cultural "Los Picos" de La Arquera fue agasajado por 200 personas tras 10 años al frente del colectivo

José Arango, en La Arquera (Salas). S. ARIAS

La asociación de vecinos "Los Picos" comenzó reuniéndose en La Arquera (Salas) cada vez que faltaba agua en el pueblo. Ni más ni menos. Sin embargo, hace diez años el colectivo vecinal y cultural recibió un fuerte impulso cuando uno de sus vecinos, José Arango, tomó las riendas, consiguiendo sumar casi doscientos socios también en los pueblos de las parroquias de Malleza y Mallecina y estableciendo las fiestas del maíz y la hierba. El pasado sábado, alrededor de 200 personas se reunieron en La Arquera en una cena homenaje a Arango, que consiguió emocionarle como nunca: "Me siento abrumado, los homenajes que hubo hasta ahora en mi comarca no llegaron a medio centenar de asistentes", afirma.

Arango llegó hace diez años a La Arquera, su pueblo natal del que se marchó en 1959, y puso a todo el mundo a funcionar: "Hace diez años hubo una reunión con los diecinueve titulares de las casas del pueblo y decimos refundar la asociación y añadir más pueblos", recuerda. Ese mismo año establecieron la Fiesta del Maíz, que cada año otorga los galardones "Maíz de Plata" a personas o instituciones que se distingan por su aportación a la comarca, caso de LA NUEVA ESPAÑA en 2013.

"Es una fiesta preciosa y lo quisimos hacer bien, como hay que hacerlo; así mostramos cómo eran las antiguas esfoyazas y todo el mundo va de mandil", señala. También impulsó la Fiesta de la hierba, en la que recrean el modo antiguo de siega y recogida con los bueyes tirando el carro. Un festejo que en los primeros años contaba con dos orquestas, que vieron que no podían financiar.

Pero Arango se puso manos a la obra, tiró de su experiencia profesional como periodista y se puso a escribir. Creó cada año una obra teatral distinta, de aire costumbrista y escrita con el asturiano de la zona, con los personajes fijos de Sabel y Pepe, un matrimonio que siempre acaba a escobazos. Y él tuvo el valor de ponerse en la piel del hombre. "Un año, por cambiar, decidí que terminaran a bien, pero al público no le gustó mucho, lo que quieren es ver cómo me corren a escobazos", comenta entre carcajadas. Con el entremés consiguen animar al público de la fiesta mientras la orquesta se toma un descanso.

Arango lleva diez años tirando por la parroquia sin descanso. Y no sólo organiza fiestas y entretenimientos para los vecinos, también consiguió mediante una subvención del Principado la rehabilitación integral de la antigua escuela de La Arquera, con más de 125 años. Ahora es el centro social del pueblo y es el lugar de desconexión para muchos de los vecinos, gracias a la biblioteca que fundó Arango con libros donados. "De pequeño siempre estaba pendiente de que llegase el periódico para tener algo que leer; cuando caían las grandes nevadas me lo iba dosificando para tener una página que leer cada día, y yo quiero que los vecinos tengan para leer lo que quieran", explica.

También compró una carpa para celebrar las actividades y fiestas de la asociación, que se vino abajo con una nevada. Pero Arango no se dio por vencido y consiguió 3.000 euros para adquirir una nueva lona, donde ya han celebrado 49 eventos. Un presupuesto en el que se implicó personalmente solicitando un crédito bancario que consiguió los 5.000 euros necesarios.

Su fama, a través de distintos canales, traspasa las fronteras salenses. Por eso no es de extrañar que el pasado sábado acudieran al el homenaje de Arango gentes de Valdés, Pravia, Avilés, Villaviciosa, Oviedo y Gijón o curas, maestros y vecinos de toda condición del concejo salense. También asistieron los alcaldes de Salas y Pravia, Sergio Hidalgo y David Álvarez, para entregar a Arango una placa conmemorativa que le llenó de ilusión.

Fue una fiesta multitudinaria, sencilla, llena de emociones y sonrisas y, sobre todo, de agradecimiento de todos los vecinos a Arango por reavivar la vida social de la zona y conseguir que las parroquias de Malleza y Mallecina sean el centro de actividades culturales y de ocio. Un agradecimiento que duró hasta el amanecer en La Arquera, con un baile que puso el broche de oro al festejo.

Arango vive su retiro volcado con el pueblo que le vio nacer, donde tiene una casa en la que pasa largas temporadas junto a su mujer y el resto de la familia. Y escribe las noticias locales para disfrutar de lo que más le gusta, escribir. Su profesión periodística vale mucho en la comarca.

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