La música es, para José Fernández Avello (Trevías, 1951) una vocación hecha forma de vida. Su carrera profesional, siempre ligada a este ámbito, se labró entre Asturias y Cantabria. En 1990 se enfrascó en el proyecto del Conservatorio del Occidente, donde ha luchado desde la dirección para dotarlo de cuerpo, con el amplio edificio en Villar, y alma. Ahora debe darle un sentido adiós por su jubilación.
-¿Con qué sensaciones afronta este paso?
-Con la sensación de haber hecho el trabajo lo mejor que pude. Nunca fue fácil, hubo circunstancias que hubo que afrontar, con la mejor voluntad y siempre respaldado tanto por los distintos alcaldes como los padres y madres del Conservatorio. Gracias a eso pasamos las malas etapas, y llegamos hasta aquí, ya son 25 años. Hicimos el edificio, con el apoyo de Vicente Álvarez Areces, y se consolidó el proyecto educativo. Siempre hubo una vocación muy grande del Ayuntamiento de Valdés por el Conservatorio, y siguen pujando por él pese a los costes.
-¿Es generoso el Principado con este centro?
-La Administración regional tendría que prestarnos más interés. Los ciudadanos del Occidente estamos pagando impuestos para el Conservatorio de Oviedo y el de Gijón, que les sale a un precio reducido a los alumnos, y también para el nuestro. Encima pagamos por tasas tres veces más que los del centro de la región. El mérito que tiene la comarca, y los padres y madres del Conservatorio, es grandísimo. Por supuesto, también los ayuntamientos de Valdés y Navia. No somos asturianos de tercera, somos como los demás, por lo que creo que la Administración regional debería aportar más fondos para igualarnos en los costes.
-¿Es la construcción del edificio el hito más importante en su carrera?
-Si tuviera que buscar puntos de inflexión de mi vida, citaría a la "Schola Cantorum" de Grado, la Camerata de Revillagigedo y el Conservatorio del Occidente. Yo sabía que si hacíamos el edificio, iba a ser difícil que nadie se "rajase" después, porque tenerlo aquí cerrado es impensable.
-¿Qué recuerdos le llegan a la mente si echa una mirada hacia atrás?
-La música tiene muchos momentos, y muy importantes. Es una profesión muy vocacional, y lleva una dosis muy grande de sentimiento. Siempre hay una química entre músico y público que hace que surjan esos momentos emotivos. Son muchísimos, no sabría enumerarlos todos. Sobre todo, el haber logrado el edificio y el apoyo del gobierno regional, que para mí fue básico. Del principio, recuerdo con cariño a dos personas: Jesús Landeira y Manuel Bedia, los que me dijeron que me pusiese a andar. No sé si ellos contaban en que llegásemos a este punto. Intenté no defraudarlos a ellos, pero sobre todo no defraudar a mi gente, a la del Occidente.
-Siente un especial apego a la comarca. ¿Cómo la ve?
-Vivo mucho el Occidente. Lo ando todo, y lo disfruto, porque tenemos unos paisajes extraordinarios. Yo echo en falta más política "occidentalista", que los ayuntamientos busquen la posibilidad de apoyar cosas de conjunto. Tenemos servicios de vital importancia: el hospital, la ITV, el Conservatorio, la escuela de idiomas? Y tenemos un gran paisaje para que la gente lo disfrute. Tendríamos que promocionarlo, a nivel internacional. También recuperar la economía rural, para fijar población. Hay muchas posibilidades, pero eso requiere la unión de los ayuntamientos, sean del color que sean.
-¿Hay algo que le quede por hacer en su carrera?
-Me queda por terminar el auditorio del Conservatorio. Es una tarea pendiente, pero en la que creo que hay avances. Es necesario, para que los chavales pierdan los nervios y aprendan a controlarlos. También quiero componer, todo lo que pueda. Y disfrutar de la gente y de estos paisajes. De aquí no me pienso mover.
-¿Cómo se encuentra de salud el centro?
-Hoy por hoy pasamos de los doscientos alumnos. Impartimos las materias con las que comenzamos. Y vamos a oficializar la gaita, hacerla asignatura profesional, algo que dará mucha cancha a muchos chavales que tendrán un futuro en la gaita con una titulación adecuada. En lo económico, sabemos lo que tenemos, y no nos podemos pasar ni mil euros. Está todo muy controlado.
-¿Cuál es el nivel musical de la comarca?
-El nivel va a más, poco a poco. Las bandas de gaitas crecen, los coros se mantienen y surgen nuevos, y el Conservatorio colabora en esa mejora, porque se eleva la exigencia auditiva del público. Lo valoro positivamente. Todo es mejorable, pero poco a poco.
-Con la crisis, ¿han sufrido dificultades de financiación?
-Aquí se notó, fue bajando tremendamente la subvención y casi nos lo cierran. Un final que no llegó por el Ayuntamiento de Valdés y por los propios padres. A pesar de lo que aguantan económicamente, no quieren perderlo. Sería una gran pena que el Occidente perdiese el Conservatorio.
-¿Qué importancia tiene la música en la educación?
-La música te obliga, en un gran porcentaje, a hacerla en conjunto. Los objetivos del colectivo son lo primero que se pone un crío cuando se mete en un coro o un grupo. Se anteponen esos objetivos a cuestiones personales, se fomenta el trabajo en equipo. Además, sensibiliza, produce buenas sensaciones, humaniza y lleva a un estado especial cuando te pones enfrente del público.
-¿Qué le diría a un joven que se quiera dedicar a la música?
-Se debe plantear una rutina diaria de estudio. En el instrumento, quien no estudia no evoluciona. Si metes horas y estás bien orientado, eso suena. Un alumno de quinto o sexto no debería bajar de tres horas diarias de estudio.