La cocina tradicional tinetense ha sufrido una nueva pérdida. La guisandera Adina González, de Casa Lula, en El Crucero, falleció el pasado sábado a los 87 años, después de pasar toda una vida vinculada a los fogones de ese establecimiento, fundado por sus suegros y al que ella se incorporaría después de casarse, en 1951.

Su plato insignia fue el pote, aunque también se le daba bien amasar, hacer arroz con leche y preparar la matanza. "Era una guisandera de verdad, nunca pesaba nada y reproducía todo lo que se hacía en los pueblos", ensalza su nuera Mayte Álvarez, con quien trabajó desde 1979 y a quien le cedió el testigo en 1994, el año de su jubilación.

Además, Adina González se caracterizaba por sus ganas de aprender e innovar en la cocina: "Cuando probaba un plato nuevo lo reproducía en casa hasta que lo conseguía, solo con el recuerdo de su sabor", enfatiza Mayte Álvarez. Su buen hacer le permitió formar parte del Club de Guisanderas, del que también son socias su nuera y su nieta, Blanca Menéndez. Su familia la recuerda como una mujer espléndida, buena, y recalcan que trabajó mucho, lo que hizo que convirtiese el comercio mixto y casa de comidas de sus suegros en un restaurante en los años sesenta.