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Adrián García: "El argayo de la calle Clarín es inestable, requiere atención"

El joven cangués, matrícula de honor por un estudio de la zona, ve en un muro de revestimiento anclado la solución ideal, aunque muy cara

Adrián García con el trabajo final de grado en las manos y el argayo a su espalda. D. ÁLVAREZ

Adrián García, cangués de 22 años, acaba de graduarse en Geología con una nota excelente gracias al trabajo de fin de grado que dedicó a analizar la estabilidad del talud rocoso que se encuentra entre las calles Santa Bárbara y Clarín de Cangas del Narcea, que en enero de 2013 se desprendió obligando a desalojar a varias familias de los bloques de viviendas situados en la calle Clarín.

Lo primero de lo que se percató a partir del análisis fue de que se encontraba ante "un talud parcialmente inestable que requiere de gran atención y medidas de sostenimiento adecuadas para evitar problemas futuros", explica García, que considera que el talud tiene "una elevada peligrosidad de registrar el vuelco de estratos y la formación de cuñas".

En su trabajo de campo, dedicado fundamentalmente al estudio del macizo rocoso, analizó las características de la roca concluyendo "que no son las más óptimas, puesto que tienen menor calidad que en otras zonas". A pesar de contar con esta característica negativa, Adrián García asegura que no se podría prever lo ocurrido en la madrugada del 22 de enero de 2013 y asevera que "haciendo todo bien no tendría por qué haber pasado".

Precisamente, lo que más llamó la atención del redactor del trabajo fue esa calidad que se encontró en la roca: "Sabía que estaba mal, pero me sorprendió que había zonas en las que estaba muy mal, con un riesgo elevado, porque no hay que olvidar que está situado tras bloques de viviendas y no en una carretera aislada".

El argayo se produjo en un momento de temporal en la zona, cuando se registraron fuertes lluvias que al final actuaron como desencadenante del argayo. García asegura que la mala calidad del macizo rocoso es previa al desprendimiento y que en el momento en el que el agua comenzó a circular por su interior "se agravó la situación porque actuó como lubricante y facilitó el deslizamiento". Por ello, apunta a que los periodos de lluvia se deben tener muy en cuenta a la hora de evitar situaciones extremas como la sucedida en la calle Clarín. La única forma de sortear el desprendimiento es "conseguir mantener el talud drenado, lo más seco e impermeabilizado posible, porque cuando circula el agua por el interior de la roca es un mal asunto".

A partir de su trabajo, Adrián García tiene claro que existe la necesidad de actuar en el argayo "para evitar un nuevo desprendimiento que ocasione daños mayores". Por ello, concluye su investigación con la propuesta de dos alternativas de estabilización que pasarían por la construcción de un muro de revestimiento anclado o la instalación de un sistema de vigas ancladas. "La solución idónea para este caso sería un muro de revestimiento anclado al terreno, un muro que estuviese adosado al talud. Se trata de una medida con un gran coste económico pero que garantizaría una seguridad total", subraya García, aunque considera que si pudiera ampliar el trabajo se centraría en la parte de las soluciones, puesto que reconoce que no realizó un cálculo al detalle de la estabilización y le faltaría calcular algunos parámetros numéricamente.

A la hora de plantearse el tema para desarrollar el trabajo final de grado, Adrián García pensó que centrarse en algo próximo a él, de su mismo pueblo, podría ser positivo. "Además, este desprendimiento tuvo y aún tiene un fuerte impacto mediático y social, por lo que me pareció interesante". Su tutor de proyecto, Carlos López, director del departamento de Geología en la Universidad de Oviedo, confió en la propuesta y animó al alumno cangués a adentrarse en los entresijos del talud caído, un apoyo que Adrián García agradece.

La primera fase del trabajo fue recopilar toda la información previa de informes geológicos y publicaciones en prensa de la zona, para luego pasar a cartografiar geológicamente y tomar medidas sobre el terreno, en la cicatriz del argayo, a partir de las cuales se realizó una modelización informática para analizar todos los parámetros recogidos. "La parte informática fue las más problemática, porque es con la que estaba menos familiarizado, y la recogida de datos en la cicatriz del macizo rocoso lo más peligroso", relata García, que se dedicó al cien por ciento a esta memoria desde el mes de enero, aunque ya había comenzado unos meses antes.

El pasado 17 de junio Adrián García expuso su trabajo ante el tribunal y obtuvo Matrícula de Honor, una calificación que espera que le sirva para dar valor a su curriculum vitae. Ahora su vista está puesta en continuar estudiando y lo hará realizando un máster de Geotecnia en la facultad de Geología de la Universidad de Oviedo.

Aunque el argayo se registró en 2013, hasta ahora el talud solo está sujeto por un muro de contención, una obra provisional que ejecutó el Ayuntamiento en 2014 para permitir a las familias desalojadas regresar a sus casas y dar cierta estabilidad al desprendimiento. Este año se ha finalizado con el proceso judicial que se abrió tras el desprendimiento por parte de los vecinos con el objetivo de conseguir la estabilización definitiva del talud, cuya responsabilidad recayó sobre el arquitecto y la constructora.

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