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"La misa de la fiesta la oficié en el jardín de una casa", dice el cura de Carballo

El párroco del pueblo cangués asegura que desde febrero le esperaban piquetes a la puerta de la iglesia para impedir la celebración de la liturgia

En febrero el párroco de Carballo, Francisco García, más conocido como Pachi, hermano dominico del monasterio de Corias, dejó de acudir a oficiar misa a la iglesia de Carballo. La razón fue que unos vecinos le avisaron de que a las puertas del edificio un grupo de personas del pueblo le esperaba para impedir que pudiese acceder a su interior. "Me dijeron que no se me ocurriera subir, que querían armar follón e impedirme entrar en la iglesia, así que así lo hice, esperando que se apaciguaran los ánimos para los siguientes domingos", explica el sacerdote.

Lo que hizo saltar el conflicto, y así lo reconocen ambas partes enfrentadas, fue el inicio de una obra de ampliación del cementerio, a finales de noviembre. "Anuncié en una misa que se iban a hacer ocho nichos más para dar la oportunidad de que más gente interesada se sumara, pero nadie dijo nada y fue a partir del inicio de la obra cuando comenzaron los conflictos, llegando a acusarnos de haber tirado restos óseos a una escombrera", refiere. El sacerdote asegura que su única intervención en la obra fue solicitar los permisos al Arzobispado para que los interesados pudieran realizar las obras. "Nunca pensé que iba a pasar todo esto", señala.

Francisco García recuerda que después de varios domingos sin dar misa se acercó al pueblo junto con un compañero de la parroquia de Cangas para retirar las formas consagradas y "pronto un grupo entraró a la iglesia para increparnos diciendo que yo no tenía derecho a entrar en su iglesia. Fue mi propio compañero el que me aconsejó no volver". Y no lo hizo hasta la celebración de un funeral, a petición de la familia, que se desarrolló con normalidad. Así que el cura decidió subir al pueblo el día de la fiesta para dar la misa, "pero tuve que oficiar la misa de la fiesta en el jardín de una casa particular para quienes querían asistir".

Los problemas en la celebración de otro entierro hicieron que el párroco pusiese al tanto a la Guardia Civil de lo que estaba pasando. Así, después de lo que consideró un tiempo prudencial, "decidí reanudar las celebraciones el pasado 9 de septiembre, pero allí estaba el piquete y fue cuando subió la Guardia Civil y cogió los datos de varias personas", apunta el sacerdote.

Por su parte, el Arzobispado de Oviedo continúa trabajando para encontrar una solución a la petición de los vecinos de cambio de sacerdote, pero reconocen que no es fácil por la escasez de curas y la carga de trabajo que tienen los que están en la zona.

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