Piratas a la carrera, alcaldes ejerciendo como "vedettes", flamencas que no paran de bailar y un Donald Trump que ya ha comenzado a levantar su polémico muro para separarse de gaiteros ataviados con el traje tradicional mexicano. Aunque suene disparatado, todo esto sucedió ayer en Tapia, donde el Carnaval, el Antroido, es ese paréntesis de locura y diversión que alegra el invierno. "Lo importante es el cachondeo, pasárselo bien", afirman los protagonistas de tamaño desaguisado festivo.

El buen tiempo se convirtió en el mejor aliado del desfile por las calles de Tapia, que presenció un numeroso público que no escatimó en risas y aplausos. "Calculamos que en el desfile han participado unas 800 personas. Cada año el esfuerzo y la entrega, el diseño de las carrozas y los grupos, es mayor. Vemos que la gente que se involucra, lo hace hasta el fondo", señala Dulce Martínez, concejal del Ayuntamiento tapiego, organizador del colorido acto.

Hasta este punto del Occidente se desplazaron, con muchas ganas de pasárselo bien, grupos de otros puntos de Asturias, como Vegadeo o Villaviciosa, y también procedentes de Galicia. "El Carnaval gusta tanto porque permite ser otras personas o personajes durante unas horas, es muy divertido", apostilla Martínez.

Recién aterrizados de La Coruña estaban los miembros de "Os mismos de sempre", que pusieron en escena una impactante representación de la vida en un aeropuerto con 43 personas, premiada en la ciudad gallega y en Vegadeo. "Estamos muy contentos porque le gusta a la gente, arrancas una sonrisa, unos aplausos. Eso es para nosotros el mejor premio posible", asegura Isabel Cuervo, presidenta del colectivo. "Vuela con os mismos" es el título de la creación, que ha llevado horas y horas de trabajo.

También levantó mucha expectación el grupo "El Campillín", de Campos y Salave. Su representación de un universo medieval incluía desde el banquete de los grandes señores hasta las luchas de religión, además de un mercadillo de época, y hasta un gran dragón. Más de 120 personas hicieron falta para darle vida a este viaje al pasado. "Hay que darle un poco de cachondeo a la vida, y pasarlo muy bien", apunta Antonio Serantes, uno de sus componentes.

Color, animación y mucha música no faltaron en la tarde tapiega. Las notas más alegres las pusieron las charangas "A marea de Tapia" y "A folixa" de Vegadeo. Esta última también llegó muy reconocida por su trabajo, en el Carnaval veigueño y en el de Foz (Lugo). El más particular de sus 70 miembros fue, sin duda, César Álvarez "Mourelle", el alcalde, que no dudó en subirse a los tacones y bailar como el que más.