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JUAN GARCÍA GAYO | Vaqueiro, pregonero de las fiestas de San Roque de Tineo

"Los auténticos museos son las brañas y la gente que queda viviendo en ellas"

"Me daba vergüenza que me vieran haciendo la trashumancia, pero cuando llegaron los camiones la eché de menos"

Juan García Gayo, en la plaza del Ayuntamiento de Tineo. D. ÁLVAREZ

Juan García Gayo, conocido por muchos como "Juanín de las Tabiernas", está preparándose para ser el pregonero de las fiestas de San Roque 2017 y, aunque asegura que aún no tiene lista su intervención, sí tiene claras las ideas que quiere plasmar. Entre ellas no faltarán recuerdos a su infancia y a su pueblo, el vaqueiro, por el que siempre ha trabajado promoviendo y mostrando su cultura y tradiciones. Lo hace desde asociaciones como la de vaqueiros "La Brañina" o el Consejo de Cultura Vaqueira y organizando la popular Fiesta de la Trashumancia en la Casa del Puerto cada segundo fin de semana de septiembre desde hace 29 años.

-¿Cómo lleva el pregón?

-No sé las vueltas que le daré todavía, por ahora ya rompí 20 folios. Quiero intentar hacer algo diferente, que no sea un pregón pesado, que sea alegre y distendido, ¡qué estamos en fiestas! Además, cantaré alguna vaqueirada hecha exclusivamente para la ocasión y, por supuesto, recordaré mi infancia e historias relacionadas con San Roque. Por ejemplo, en Las Tabiernas teníamos la cosa de querer acabar de recoger la hierba para ir a la fiesta y cuando no podíamos ¡qué rabia nos daba!

-¿Qué significa ser el primer vaqueiro en dar el pregón de San Roque?

-Para los vaqueiros, como ya me mostraron muchos, es un orgullo, y otros se alegran también de que sea yo. Porque si de algo puedo presumir, aunque no me gusta hacerlo, es de intentar sacar a los vaqueiros del ostracismo que tuvieron; ahora se apuntan muchos al carro, pero yo llevo toda la vida defendiendo el tema de los vaqueiros en cultura, folclore y en historias cotidianas. Siempre ensalcé la vida del vaqueiro y esto me hace seguir trabajando más para intentar que la vida de los vaqueiros mejore, a ver si se asienta más gente en las brañas. En el caso de Las Tabiernas, tengo la suerte de ver que poco a poco hay gente joven incorporada a la ganadería que se queda allí. Eso para mí es un orgullo, conseguir que no se acabe la braña.

-La percepción de la cultura vaqueira ha cambiado mucho en los últimos años. ¿En qué dirección se debe seguir trabajando?

-Yo creo que los auténticos museos son las brañas y la gente que queda allí. Lo que hay que tratar es de que haya buenas comunicaciones, que los críos tenga acceso al transporte escolar en cualquier sitio y seguir avanzando con la tecnología, pero sin perder la cultura y las tradiciones de las brañas y de los vaqueiros. Me gusta ver que hay vida en las brañas y puede ser un atractivo turístico, pero para ello hace falta infraestructura e información, porque de los vaqueiros es prácticamente nula, tiene que haber guías especializadas y que sepan a dónde llevarlos. En realidad, no se hizo nada ni por los vaqueiros ni por las brañas, quitando los accesos y servicios que han puesto los Ayuntamientos, que tengo que reconocer que aquí no se diferencia entre las brañas y las aldeas.

-Le tocó vivir la trashumancia. ¿Cómo la recuerda?

-A mí no me gustaba ir por ahí con las vacas andando, era complicado controlarlas, y cuando era ya un chaval había mozas por ahí y me daba vergüenza que me vieran. Luego llegó el tractor y lo facilitó mucho, aunque las vacas había que seguir llevándolas a pie. La siguiente evolución fue el transporte en camión y ahí fue cuando empecé a notar que me faltaba lo otro, que echaba de menos salir y hablar con la gente de los pueblos. Además, las brañas de Tineo se caracterizaban por no hacer una sola trashumancia al año, durante la primavera y el verano subíamos y bajábamos de una braña a otra en función de los trabajos del campo. Subíamos a la braña de verano en marzo, pero en mayo bajábamos a sembrar maíz y muchos ya se quedaban para recoger la hierba que solíamos empezar por San Antonio. Una vez se acababa, a principios de julio, volvíamos a subir, en mi caso a Las Tabiernas, para recoger allí la hierba. Volvíamos de nuevo a bajar para Silvallana en las fiestas de La Caridad de Navelgas y para sembrar las patatas y abonar los prados. La trashumancia final coincidía con la feria de San Francisco en Tineo, que volvíamos para Las Tabiernas y en noviembre bajábamos ya definitivamente para pasar el invierno en la zona baja.

-¿Cómo ve el futuro de los pueblos?

-Hoy en los pueblos se vive perfectamente, aunque el tema del campo está muy mal. A mí me alegraría que volviera la gente a las brañas y a la zona rural, que se sacara algún plan para recuperar la vida en los pueblos, porque no se ha tirado nada por el campo.

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