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ÁLVARO GARCÍA LÓPEZ | Hostelero, acaba de recoger el Premio Nacional de Hostelería

"La gastronomía del Occidente es la mejor de Asturias y para muchos aún está por descubrir"

"Debemos apostar más por los productos de nuestra tierra: tenemos de todo, cerca y de calidad"

Álvaro García López, en el comedor de Casa Consuelo. A. M. SERRANO

Álvaro García López está jubilado, pero no por ello se aleja del trabajo. "Me gusta ayudar, sin más", dice. Lo cierto es que es una parte fundamental de Casa Consuelo, el ultramarinos fundado en 1935 que hoy es restaurante y hotel. La gerencia de este complejo afincado en Otur (Valdés) ganó el premio nacional de la Federación Española de Hostelería por su trayectoria y por su promoción de la cultura a través de la bienal de arte "La Pintura y la Gastronomía".

- ¿Cuál es el secreto del éxito?

-El secreto es estar siempre al pie de cañón e intentar mejorar en lo que se pueda. Hay que atender bien a los clientes para que funcione el boca a boca. Yo siempre intenté que la gente se marchara contenta de este restaurante para que después hiciera ese efecto llamada. Es importante no dejar pasar el tren y estar en la brecha.

- ¿Cómo ha sido su vida?

-Nosotros, y me refiero a mi esposa, a mis dos hermanos y a sus mujeres, siempre abríamos y cerrábamos el negocio. Cuando empezamos todo era muy duro. La cocina era muy pequeña, no había agua caliente... Más tarde decidimos reformar el comedor y ampliar la cocina. Recuerdo que no invertimos mucho dinero en electrodomésticos. Siempre fuimos algo enemigos de la tecnología, que entonces era muy cara. Nosotros nos ganábamos a la clientela a base de trabajar y trabajar, de esforzarnos cada día. Si alguien llegaba a Casa Consuelo a las cuatro de la tarde a comer o a las doce de la noche a cenar, no poníamos mala cara. Siempre hay que atender bien al cliente.

- ¿Es ésa una asignatura pendiente?

-Lo esencial en un restaurante es tener el mejor producto. Si no hay materia prima de calidad, da igual quién cocine. Y después, sí, es importante cocinar con cariño, hacer las cosas con cariño. Hay que tener amor a lo se hace.

- ¿Qué falta en hostelería?

-Mano de obra y que la gente se conciencie de que la gastronomía y la restauración de España están en cabeza en el mundo. Esta posición hay que cuidarla y si hay que dedicar una hora al cliente, hay que sacarla de donde sea. Por eso hay que ponerse las pilas porque la gente, igual que viene, se va. Tampoco se puede subir uno a la parra con los precios.

- Calidad y buen precio... una fórmula difícil y arriesgada de mantener.

-Lo sé, pero "muchos pocos hacen mucho". No se puede vivir de un cliente ni de una comida que deja mucho dinero. Hay productos o platos que tienes que ofrecer sin ganar nada. Hoy, en esta Casa, tenemos angula y percebes y se ofrecen prácticamente al coste. Aún así, el beneficio sale: ese cliente que pide angula o percebe igual consume algo más que deja un margen. Muchas veces sólo se cambia el dinero.

- Después de 52 años de trabajo, ¿volvería a dedicar su vida a la hostelería?

-Estoy muy contento con lo que me dio la hostelería. Es más, me dio más de lo que esperaba. También tuve la suerte de tener una madre fabulosa y una esposa, Araceli López, maravillosa. La familia es fundamental. Cuando murió mi madre, mi mujer fue el motor en la cocina. También trabajaron mucho mis hermanos y sus esposas. Entre todos, hicimos un gran equipo. Ahora está al frente de todo mi hijo y creo que puede intentar superarnos en éxito. Llegará lejos. Estoy seguro.

- ¿Es difícil mantener un negocio familiar?

-Cuando nos hicimos cargo del restaurante sólo confió en nosotros un tío. El resto pensaba que esto no era para nosotros. Pronto nos dimos cuenta de que Casa Consuelo era lo único que teníamos. Mi madre se esforzó para que todos estudiáramos, pero sólo acabó el Bachiller el mayor. Pese a las dificultades, unidos siempre salimos adelante. Yo recuerdo que empecé a cocinar con mi madre, que era una persona muy trabajadora. Ella empezó con una tienda bar, la recuerdo haciendo comidas, meriendas, cenas... Después la gente respondió y nos hizo avanzar a todos. Es cierto que entonces tampoco había tanta competencia. Hoy, gracias al trabajo familiar, Casa Consuelo sigue teniendo fama a nivel internacional, nacional y local.

- ¿Cómo ve la comarca?

-Las comunicaciones fueron decisivas para esta zona. A nosotros tener buenas carreteras nos favoreció mucho. Ahora vas a Oviedo en una hora y a Galicia, en otra. Hubo un tiempo en el que Asturias estaba abandonada. Por lo demás, la oferta gastronómica del Occidente es muy buena. Es más, es la mejor de Asturias y para muchos aún está por descubrir.

- ¿Apuesta Asturias por la gastronomía?

-Sí, y se debería apostar más por los productos de nuestra tierra, de Asturias: tenemos de todo, cerca y de calidad. Carne, fabas, pescado, kiwis, arándanos...

- Acaba de recoger un premio de importancia nacional. ¿Lo esperaba?

-No. Me acordé de mi madre y de mis hermanos, sobre todo de Roberto, que ya murió y fue el alma de la bienal de arte. En general, tengo que agradecer el apoyo de toda la familia. Tenemos la Medalla de Plata del Principado. En caso del Premio Nacional de Hostelería, nos dimos cuenta de la repercusión cuando la gente empezó a llamarnos.

- En 2018 se celebrará una nueva edición de la bienal, ¿habrá novedades?

-Las medallas que entregaremos serán un homenaje el premio nacional de hostelería 2017. También estamos estudiando crear un galardón al cocinero revelación de España. Queremos unir lo nuevo y lo tradicional.

- ¿Falta esta unión?

-Sí. Unos tenemos que aprender de otros. La gastronomía tradicional hizo mucho, pero la cocina de autor puso a España en el mapa, y eso hay que saber reconocerlo.

- ¿Qué opina de los programas de televisión sobre cocina?

-Los veo, apunto lo que me interesa y ya está. No opino más.

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