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Arquitecto

Experiencia de una enfermedad

Un reconocimiento al doctor Carlos Vallejo por parte de un paciente dos veces trasplantado

Aunque soy una persona muy celosa de preservar mi intimidad, hoy me siento obligado a relatar mi experiencia con la enfermedad. Hace dos años, el 28 de julio de 2012, de una forma casual y precoz -un rutinario análisis de sangre- me fue diagnosticada una leucemia aguda de difícil pronóstico. En aquellos momentos me encontraba en plena forma física, y desarrollaba una intensa actividad profesional que me había hecho viajar por varios países en el primer semestre de aquel año, por lo que ante la noticia me sentí más sorprendido que asustado. Asumí la situación con mucho ánimo personal, y con la fuerza que me dio el cariño de mi familia y de mis amigos, y tuve la inmensa fortuna de que en Asturias tuviéramos en aquel momento un extraordinario sistema sanitario que me acogió. Ante mis preguntas ¿qué hacer?, ¿adónde ir?, la hematóloga que me hizo el ingreso en el HUCA me recomendó "quédate aquí", consejo que nunca me arrepentiré de haber seguido, descubriendo un mundo desconocido para mí de entrega y dedicación de todos los trabajadores de nuestro hospital, cualquiera que fuera su servicio o responsabilidad.

Tras los primeros meses de tratamiento, obtenidos los resultados de la biología molecular, se llegó a la conclusión de la necesidad de someterme a un trasplante de médula ósea como única posibilidad de supervivencia. Tuve la inmensa fortuna de que gracias a la Fundación Carreras apareciese un generoso y heroico donante compatible en un país vecino, y ante la gravedad del procedimiento al que me iba a someter, auxiliado de todos los familiares médicos que tengo, indagamos sobre cuál era el mejor centro donde acometer el trasplante. El consejo obtenido fue unánime: de todas partes de España me llegó el mismo mensaje, el HUCA, nuestro HUCA. Entonces oí hablar por primera vez de un equipo con un nombre para mí muy raro: la Unidad de Trasplante Hematopoyético, que yo no sabía ni que existía, y que resultaba que era una de las de mayor prestigio de España, y referencia muy lejos de nuestras fronteras.

Mi experiencia personal como paciente de esta unidad, con dos trasplantes a mis espaldas, en noviembre de 2012 -de médula ósea- y en agosto de 2013 -de células madre-, me permitió ser durante una gran parte de mis dos últimos años un testigo privilegiado de una modélica forma de trabajar basada en tres pilares: la dedicación y competencia profesional de todos los trabajadores (médicos, enfermería, auxiliares, limpiadoras, etcétera), el sistema de organización y trabajo, y su liderazgo. Lamentablemente, el líder se marcha de Asturias harto del deterioro sufrido, y su figura será difícil, cuando no imposible, de sustituir. Carlos Vallejo, además de reunir las condiciones de su altísimo nivel científico reconocido en todo el mundo, y su excepcional entrega y dedicación personal con una generosidad sin límites, tiene otra cualidad innata, que es su capacidad de liderazgo consecuencia del respeto y la admiración que su trabajo impone a los que le rodean. Así, a día de hoy, ese pilar -el del liderazgo- se ha destruido, y los otros dos están en grave riesgo: el perfecto sistema organizativo ha desaparecido como consecuencia de haber sido ignorada la forma de funcionamiento de esta unidad en el traslado al nuevo HUCA, como "un pequeño hospital" dentro del Hospital, con las sinergias derivadas de reunir en un único espacio hospitalización, consultas externas y hospital de día permanente, que, sin incrementar el gasto sanitario, permitía optimizar los recursos y obtener unos excelentes resultados al dar una asistencia especializada inmediata y permanente (las 24 horas de los 365 días del año) a pacientes de altísimo riesgo. Por otra parte, el compromiso profesional del excelente personal implicado tiene el peligro de resentirse al carecer en un plazo inmediato del imprescindible liderazgo que lo ha motivado.

La enfermedad es una experiencia en la vida de una persona. Tiene una parte de sufrimiento, sobre todo por el que se causa a los más próximos, pero tiene otra que es la de ser un referente personal para poner las cosas en su sitio, como es el tomar consciencia de la fragilidad de nuestras vidas y también el de imponernos nuevas responsabilidades no sólo con nosotros, sino con los demás. Todos tenemos infinidad de mutaciones genéticas a lo largo de nuestra existencia, y en algunos casos, cada vez más, aparece entre ellas una dañina. Nadie está a salvo de que le ocurra, por mucha vida sana que crea disfrutar. Por eso, y no sólo por interés personal, sino como solidaridad con los demás que deberían poder tener las mismas oportunidades que yo he tenido, creo que defender la excelencia de nuestro sistema sanitario es, además de un deseo, un compromiso que tenemos con nuestra sociedad.

Este periódico señalaba en su editorial del pasado domingo 22 de junio que "el nuevo HUCA requiere otra cultura laboral y, sobre todo, otra forma de pensar la sanidad. El viejo Hospital llegó a convertirse en referencia nacional en varias especialidades. Desde hace unos años, como alertaron algunos médicos, perdió prestigio" y "esta etapa constituye la ocasión idónea para atraer talento, fichar a doctores extranjeros de élite y a asturianos valiosos que tuvieron que emigrar, aprovechar las sinergias con una sanidad privada potente, favorecer la renovación racional de la plantilla, liderar la investigación y convertir la industria biosanitaria en fuente de riqueza y motor económico", que es toda una declaración programática que asumimos -creo- todos los asturianos. Pero yo, modestamente, me conformo hoy por hoy con que Asturias no deje marchar a las personas que realmente valen y que necesitamos. Recuperar esta Unidad en toda su plenitud, con su líder a la cabeza, que continúe siendo una joya de la corona de nuestra sanidad, y que los asturianos sintamos la confianza de tenerla a nuestra disposición como ha sido durante estos años, debe ser el objetivo al que debemos aspirar.

Por mi parte, a día de hoy, me encuentro muy bien aunque preocupado por la actual situación. Mientras, mi nueva sangre portuguesa hierve alegremente cuando escucha un fado en la lejanía.

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