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El calendario electoral

Las intenciones de Susana Díaz para que los cuartos comicios de este año sean los primeros en celebrarse

Lo primero que esperan los ciudadanos de un Gobierno es que sea eficiente resolviendo sus problemas. Pero el Gobierno, en una democracia, también tiene por principio la obligación de rendir cuentas ante los electores y renovar periódicamente su apoyo. El factor "tiempo" a veces complica las cosas. En la mayoría de las democracias los gobiernos son elegidos por un período de cuatro años. Sin embargo, con frecuencia resulta que este plazo se queda corto para desarrollar un programa. Por el contrario, para muchos votantes la espera por las elecciones se hace en ocasiones demasiado larga. Esto sucede especialmente cuando una mayoría desaprueba al gobierno de turno y quisiera sustituirlo sin más dilación. Los cambios en la sociedad y en la política son tales que hasta la duración del mandato electoral es objeto de discusión.

En los sistemas parlamentarios, con alguna excepción, a diferencia de los presidencialistas, en los que la fecha de las elecciones está impuesta de antemano al margen de la intención de cada partido, el presidente del Gobierno se ve recompensado con el poder de disolver el Parlamento, dar por finalizada la legislatura y convocar de nuevo a las urnas en la fecha que libremente decida, con las limitaciones establecidas en las leyes.

Las elecciones anticipadas se dan con relativa frecuencia en las democracias parlamentarias. En Europa, desde la II Guerra Mundial las elecciones se han adelantado una media de seis meses en casi 300 convocatorias efectuadas antes de tiempo. Sólo en la décima parte de los casos las elecciones fueron convocadas con un año o más de antelación, como hizo ayer la presidenta de Andalucía.

Si excepcional ha sido la convocatoria del Gobierno catalán, por la enorme distancia de la fecha escogida y la finalidad impropia atribuida a las elecciones anticipadas, no menos lo es la del Gobierno andaluz, aunque por otros motivos. Primero, porque no hay una razón clara y precisa de la decisión que puedan comprender fácilmente los ciudadanos. Después, porque pone fin a un Gobierno poco más de un año después de su formación. Y en tercer lugar, porque la convocatoria colma el apretado calendario de citas electorales de este año.

El de Andalucía es, en realidad, un adelanto electoral doble. Allí las elecciones no sólo tendrán lugar antes de lo previsto, sino que se han adelantado a todas las demás, las locales, las catalanas y las generales. Serán las primeras. Por tanto, la fecha anunciada implica que las elecciones andaluzas no coincidirán con ninguna otra.

El hecho no es casual. La constante apelación de Susana Díaz a los andaluces, convertidos en referencia única de su discurso político, denota su propósito de aislar la batalla política de Andalucía del clima preelectoral del país, desfavorable para su partido. La presidenta andaluza necesita la legitimidad que sólo dan los votos, de la que carece, y ha decidido abrir la competición electoral aprovechando su popularidad en ascenso, la aparente debilidad del PP tras haber ganado las últimas elecciones autonómicas y los apuros de IU ante el avance de Podemos, que aún se encuentra en fase de organización interna. La situación actual depara buenas expectativas para ella y está llena de inconvenientes para sus principales adversarios. El adelanto de los comicios es una manera de prevenir en Andalucía el cambio electoral que se vislumbra en España. Y a la vez pudiera ser un paso más hacia otros objetivos.

Todo parece encajar a la perfección en los planes de la presidenta andaluza. La coyuntura es propicia para sus aspiraciones a una mayoría ampliada en el Parlamento andaluz y a un liderazgo reforzado dentro y fuera del PSOE, más allá de Andalucía. Luego ya se verá si persigue nuevas metas. Una de las grandes ventajas que trae consigo ser presidente de Gobierno estriba en la posibilidad de decidir el momento que más convenga para ser juzgado por los votantes. Pero ésa no es una decisión exenta de riesgo. El adelanto de las elecciones cambia el escenario electoral, modifica la estrategia de los partidos y genera una incertidumbre añadida sobre el resultado. Los andaluces tendrán la última palabra. Pero, ¿qué impide celebrar todas las elecciones del año el mismo día?

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