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Fragmentos

El Papa que quiso convertir al menor de los Castro

Contrasta la seriedad de gestos del Papa y Raúl Castro con la sonrisa de los candidatos autonómicos. Debe de ser porque en política, cuanto más seria la ocasión, menos tiempo hay para esforzarse en gustar al prójimo. El domingo me encontré con la publicidad fotográfica de tres partidos, tan pegados los mensajes que los indecisos encontrarán razones para perseverar en su indecisión. En estos tiempos en los que la gente no lee libros de principio a fin, sino fragmentos de libros, y no escucha discos enteros sino fragmentos de canciones, es difícil que la peña simpatice al cien por cien con determinado mensaje; lo hará con un fragmento. Es zapping político. Te la juegas en un par de frases, hay que decirlas bien y sonar convincente. El problema de Susana Díaz, por dar un ejemplo, es que suena previsible- y además sonríe: un riesgo. Raúl Castro escucha a un Papa que le habla en su idioma y que sabe que, así en política como en la vida, hay que tratar de no pisar el orgullo herido. El Papa se esfuerza para que Cuba se mueva sin sentirse doblegada por inercias históricas. Evoluciones. Evolucionar, por cierto, es verbo intransitivo; asusta un pelín que una entida bancaria te diga: Hemos evolucionado nuestra imagen. ¿Quién les redactó esa joya? ¿No encontraron a nadie que lo hiciera mejor, con el paro que hay? Tanto se han preocupado de transformar la imagen que la gramática les pareció secundaria. En esos detalles se ven los cambios de los tiempos. Tengo un conocido que trabaja en una empresa informática y se burla de las faltas de ortografía que le cazo en sus mensajes. Quizá tenga razón. Y aquí, los candidatos sonríen (los electores, no tanto). No entiende uno por qué. Cuando llege el día de las urnas, quien gane tendrá que tener en cuenta que no todo son entusiasmos. Es más simple que eso. Habrá habido mucha gente que votó a quien menos le disgusta para quitarle peso a quien le disgusta más.

Las divergencias se vuelven menos afiladas si las ves con perspectiva. Todos los partidos son del mismo país, o sea de este. Los candidatos comparten una forma de ser. Los aspavientos de escándalo por las corruptelas del vecino conviven con la corrección, más o menos enérgica, de las propias. Es como un Madrid -Barça: no se llevan bien, pero les une su amor al deporte rey. Hace bien el Papa en hablar con Castro y tender puentes. Es bueno que la inteligencia siga siendo, de momento, una virtud.

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