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Clave de sol

El callejero, en cuestión

Las antiguas guerras importan poco a las nuevas generaciones

Vuelve con fuerza el revisionismo sobre la lejana guerra civil y, con ello, el recurrente asunto de la llamada memoria histórica y la supresión de nombres en las calles, planteado por las nuevas corporaciones de mayoría izquierdista. Intento ampliado a la consideración de otros nombres al parecer también suprimibles en los callejeros, tan ilustres como Pemán, Cela, Camba, Marañón o Baroja.

La ley del gobierno Zapatero es claramente revanchista, fue escasamente atendida en toda España y divide a la sociedad. La pregunta es por qué estalló aquel conflicto, secuela del de 1934. Pero las antiguas guerras no suelen importar mucho a las nuevas generaciones.

En el caso de Oviedo, creada una comisión -en la que estuvo quien esto escribe-, se hizo una propuesta de supresión, por votación mayoritaria, de unos catorce nombres y tres elementos (medallón, estatua y monolito), que fue aplicada en tres casos y olvidada después. Otro día podemos entrar en detalles.

La mayoría de los nombres considerados no pertenecían ni de lejos a "prebostes de una dictadura", como pretende algún comentarista (en el 36, aún no había surgido la dictadura), sino soldados que habían quedado del lado de acá y lo que hicieron fue defenderse a sí mismos y a la población.

No se puede negar que estos reiterados empeños sólo contribuyen a resucitar viejos rencores. Y lo dice quien, como consta en alguno de sus libros, tuvo familia en los dos lados que sufrió duramente las consecuencias del conflicto.

Puestos a quitar nombres, ¿por qué se conservan los del otro lado del espectro político que son por lo menos una decena en el caso de Oviedo? El Ayuntamiento es de todos -bueno, supongo- y si damos por válido el argumento de que no es justo glorificar a quienes tomaron partido, seamos honestamente consecuentes.

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