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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Las leches de Europa

La situación de los ganaderos como ejemplo de los errores de la UE

El lector menos avisado tiene, sin duda, noticia de que en la UE hay montado un lío de la leche con la leche. No es ya que el ganadero gane menos con el producto de su trabajo, sino que su valor ha caído tanto que muchos de ellos producen con pérdidas. Ha influido en ello la supresión de las cuotas lácteas (tan denostadas, por cierto, cuando se impusieron), pero también las condiciones de demanda y producción del mercado mundial.

El industrial e intelectual don Francisco Rodríguez (por cierto, un europeísta convencido, aunque muy crítico con el proceso de construcción europea y muchas de las decisiones de sus organismos) precisaba en estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA algunos de esos factores: la aparición de grandes factorías lecheras sin base territorial en EE.UU. ("fábricas de leche", las denomina) que producen en cantidades industriales; los intereses de los productores de soja y maíz, frente a quienes alimentan sus vacas con hierba ("lo que está en juego son los granos frente a los prados" acuñaba); el descenso de consumo en China. Y apuntaba las consecuencias para la industria y la ganadería ("si desaparecen los ganaderos, detrás desaparezco yo") si no se toman "medidas de carácter político" y se vuelve a una nueva contingentación que tenga en cuenta las necesidades de Europa y sus Estados.

Y, en el fondo de este problema y agravándolo, un error de cálculo de las autoridades europeas y una falta de previsión por parte de las mismas: el comisario del ramo, impulsor de la liberalización, calculó que no habría alteraciones en el precio de la leche, más aún, que la demanda iba a aumentar. Pues bien, ha aumentado la producción y disminuido sustancialmente el consumo en los mercados mundiales, con lo que los precios están a la baja (la leche en polvo, por ejemplo, un 40%). Frente a esta situación, Bruselas no ha reaccionado para corregir sus errores.

A mí este error garrafal de la UE me lleva a reafirmarme en mi escepticismo sobre las propuestas que piensan que aumentando la transferencia de poderes estatales hacia organismos unitarios supraeuropeos mejorarían las cosas. Por razones conceptuales, en primer lugar, porque a medida que la democracia se aleja de límites territoriales abarcables, todo se vuelva más inaprehensible, y la posibilidad de que los votantes conozcan los hechos de sus representantes y los puedan valorar en concreto se hace prácticamente imposible. ¿Qué significarían y qué representarían, además, un parlamento y un gobierno europeos constituidos fundamentalmente bajo algo tan puramente esquemático e impreciso como los términos izquierda y derecha? ¿Y cómo atender la diversidad real de cada territorio desde el esquematismo de los intereses generales de Europa o desde el discurso ideológico?

Pero es que, además, Europa ha venido constituyéndose bajo el procedimiento de "tira que llibres" o patada adelante, sin evaluar bien las consecuencias de cada nuevo tirón hacia la cesión de soberanía. El acuerdo Schengen, por ejemplo, que algunos censuramos en su día, es un claro ejemplo de esa falta de matices a la hora de valorar las consecuencias de los grandes principios al ponerlos en práctica. ¿Y qué decir, por ejemplo, en lo referente a las cuestiones financieras? ¿Acaso no se puso en marcha el euro teniendo en cuenta solo sus beneficios -transacciones y viajes, sustancialmente-, sin caer en los graves efectos -fáciles de ver, por otra parte- que iba a producir en economías y riquezas tan dispares? ¿No se confió, con anterioridad, en la fortaleza del Sistema Monetario Europeo para evitar convulsiones financieras y fue suficiente un George Soros para hacerlo tambalearse?

O, para terminar, si nuestros burócratas y legisladores regionales y estatales legislan o actúan tantas veces sin conocer bien cómo es el mundo real sobre el que lo hacen o desconocen las consecuencias de sus actos sobre él, ¿cómo no habrían de tener muchas veces el mismo defecto las decisiones de quienes viven todavía más alejados de realidades tan diferentes?

Europa sí. Pero en sus límites. No mucho más anchos de los actuales. Así, no nos pegaremos tantas leches contra la realidad.

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