Con las elecciones en Navidad cambiará la Navidad. Porque un 20-D es tiempo de cenas. Muchas cenas suelen terminar en disgusto porque siempre hay alguno que se pasa haciéndole la pelota al jefe y siempre hay alguno que, una vez cargado el depósito, se va de la lengua y le suelta (al jefe) algún improperio. En esta ocasión, las cenas pueden acabar en batalla con el tema electoral. En cuanto alguien ponga encima de la mesa a Rajoy, alguien le lanzará un mendrugo de pan al ojo derecho. Si sale a la palestra Pedro Sánchez, es posible que haya algún mandoble (sin querer, pero mandoble). Si aparece Rivera, Albert, seguramente habrá una guerra pija de almohadas o una batalla de chorros de gel de baño (el joven es como un anunciante de jabón de la ducha). Si el protagonista es Pablo Iglesias, los comensales, ya en los chupitos, se pondrán de pie, amenazantes... Lo bueno del 20-D es que más de uno se enterará del resultado el 22-D tras la resaca del 21-D.
