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Cien líneas

Abengoa

Abengoa es la estrella -negra, claro- de la semana y de lo que venga que no será poco y seguro que muy malo. Una multinacional a pique. Como si nos sobraran.

Las causas del desastre las conoce todo el mundo. Y las soluciones, también: no tiene solución. Salvo que se insista en las causas del desastre y siga colgada del Estado. Eso piden ahora unos y otros y como estamos en vísperas electorales ya me dirán.

La parte del león de Abengoa siempre se cobró en esferas públicas. Una contratista del Estado. Y cuando con ZP el Gobierno desató el delirio renovable Abengoa hizo el agosto de los agostos. Es más, llegó a tener mucho de firma emblemática global. No es extraño, entonces, que incluso el presidente Obama la elogiase.

Ahora, ya ven. La multinacional es un ejemplo genuino de modelo oligárquico: relaciones privilegiadas con las esferas políticas -campeona mundial de puertas giratorias- así que beneficios descomunales pero, ay, escasa o nula competitividad real. Cuando las primas de las renovables se recortaron, adiós al invento. Y como se creían los reyes del mambo, estaban súper apalancados de manera que un revés y a pique el conjunto.

Los modelos empresariales dependientes de un monopolio y/o con relaciones no santas con los Gobiernos están muy extendidos. No es pecado exclusivamente español, ni muchísimo menos. Pero entre nosotros se muestran especialmente acusado. Un país es rico cuanto más alejado esté de esos tinglados indeseables. ¿Qué se apuestan a que Abengoa es rescatada y todo seguirá igual?

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