El giro que ha dado Izquierda Unida de Gijón con el urbanismo del concejo ha sido de los memorables y espectaculares. Su portavoz municipal, Aurelio Martín, rechaza la urbanización de la parroquia de Cabueñes, aquello que sus vecinos han llamado "el muro". Recuérdese que el edil de Urbanismo de entonces, el cabal Pedro Sanjurjo, decía al respecto que, total, como era una zona muy próxima al suelo urbanizado (por ejemplo, del Parque Científico y Tecnológico), no importaba demasiado seguir metiendo las máquinas. Como todos los suyos, su argumento era de una sutileza bárbara e incompatible con el urbanismo bien hecho, que, entre otras funciones, trata de poner delimitaciones para que no todo el monte sea orégano. Pero ya se sabe que el PSOE municipal pateó durante 12 años dos principios del desarrollo urbanizador: las limitaciones medioambientales al neodesarrollismo de la burbuja inmobiliaria (más que proclamadas por la mente privilegiada de Zapatero), y la participación ciudadana. Sin duda, fueron dos obcecaciones causadas por la longevidad de sus mandatos municipales y por dejarse comer la oreja escuchando a pésimos interesados, especialmente políticos de aquí y allá. Todo ello encajaba con un estilo desnortado de hacer política (sobre el que meditan en la oposición desde hace cuatro años y tal vez por otros cuatro), pero lo que causaba más estupor es que IU, una fuerza política supuestamente verdirroja (ambiental y del pueblo), les siguiera los pasos con una docilidad pasmosa.
