La coalición electoral de PP y Foro está cosida al hilván, con cuidado para no clavarse mutuamente más agujas de las necesarias, pero con algún roto. Dos de esos rotos quedaron claros el sábado, día en que se presentaron para la foto los integrantes de las listas, de ambos partidos: juntos pero no revueltos. La ausencia en el acto de Gijón de los concejales foristas del gobierno de Carmen Moriyón en la ciudad es significativa; también lo fue la falta, en la presentación en la capital asturiana, de los ediles del PP de Oviedo, encabezados por Agustín Iglesias Caunedo. Las razones son distintas. En Gijón, los de Moriyón ya dejaron claro que no participarán en mítines con el PP, una opción que bien se encargaron ambos partidos de dejar sobre la mesa para curarse en salud. La alcaldesa de Gijón teme que demasiado pegarse al PP soliviante a Xixón Sí Puede, que la sostiene en el gobierno, pese a que justamente la cercanía a los podemistas resquema en la dirección regional de su partido. En el PP también cuecen habas. La imputación por el "caso Pokémon" de Iglesias Caunedo no ha hecho más que agrandar la distancia entre la dirección regional, en la que Mercedes Fernández se ha fajado con los suyos (algunos con orígenes foristas, dicho sea), y la junta local ovetense, que puntuaba a la baja en los planes futuros de la presidenta del partido. Francisco Álvarez-Cascos se esmera en resaltar que es esta una peculiar unión temporal de empresas (políticas); las conoce bien el exministro de Fomento. Eso le permite aplacar a los foristas que ven en el horizonte una hipotética fusión y al tiempo lanzar algún dardo al acompañante. Se trata de un matrimonio abierto y de conveniencia electoral. La duda es si el roce reavivará la llama y si son otros los motivos.
