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Transiciones en diciembre

Quiso en su día Aznar hacer una segunda transición; habló de ello. Fue una sobrada. Se entiende que cuando uno quiere gobernar, quiere mejorar cosas, pero sorprende esa vocación de pasar a la Historia identificando una labor de gobierno con una reforma de los principios del Estado. ¿Tan importantes se creen todos, tan capaces, tan despiertos a la hora de saber que su momento es verdaderamente histórico, y no como el de los demás? Ahora suena la misma música. Con tanto parloteo, acabarán convirtiendo a Rajoy en estadista. Para ponerse al día con el siglo XXI, dice Pedro Sánchez. Ya. Hay que ver. La corrupción, la soberbia, el despotismo, la explotación, ¿son inventos del nuevo siglo? ¿Va a terminar con la corrupción una Constitución nueva? La tensión territorial entre quien no está a gusto dentro y dice que prefiere estar fuera ¿es de ahora, la van a arreglar ya con una de esas bonitas frases que prometen poner armonía entre la singularidad y la pluralidad ? La inteligencia política, el sentido de Estado ¿les parecen prioritarios, disponen de eso? La mediocridad ¿les incomoda? (La excelencia ¿también?) Que los políticos que encabezan listas electorales tengan estudios (terminados) ¿es importante? ¿No sería mejor centrarse en terminar el cole primero y consagrarse a la política después, no vaya a haber quien piense que la política es un chollo y que esos mensajes que te largan son cuestión de supervivencia? Ahora que Zapatero se fue a observar, ¿podemos recordar las responsabilidades ministeriales en el gobierno de España que él adjudicó a personas de una mediocridad estupefaciente? Y que un futbolista gane ciento cincuenta mil euros a la semana para deleite de las masas que lo aplauden ¿lo va a cambiar la nueva Constitución también, o sus futuros arquitectos prefieren no tocar lo lúdico, que por algo el circo es el circo y estamos donde estamos? ¿Y por qué en Islandia, por ejemplo, esas cifras balompédicas serían consideradas un desmadre y aquí no? No te esfuerces haciendo distingos. Tienen todos el poster, el micrófono, la atención mediática en teledebates de colorines- y ciertamente les encanta-, pero te dejan en la desolación de siempre cuando les oyes hablar con sintaxis de parvulario. Habrá que citar de nuevo a Rajoy con su frase más memorable: joder, es increíble. Si alguien quisiera echar a un país a perder con montones de horas de telebasura que nos hacen creer que el griterío es ágora, lo tendría claro. La calidad de debate es la que es. Si cambia la partitura, habrá que pedir que alguien sepa música. Qué país tan entretenido. Los de la CUP, que reflexionen: ¿saben lo que se quieren perder? Ah, lo de Francia. Uff, qué mogollón. Otro día.

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