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Alberto Menéndez

Más que una coalición

La visita de Mariano Rajoy ayer a Asturias ha servido para certificar que el acuerdo entre el PP y Foro va más allá de la mera coalición electoral. Populares y foristas viajan de nuevo en el mismo barco (con todos los matices que se quieran) del que los segundos se apearon hace ahora casi cinco años, cuando precisamente Rajoy descartó a Francisco Álvarez-Cascos como candidato del PP a la Presidencia del Principado para las elecciones de mayo de 2011.

Faltaba el gesto definitivo de la reconciliación. Y éste se produjo ayer en Cangas de Onís, aprovechando la estancia en tierras asturianas del presidente del Gobierno y candidato a repetir en el cargo en las elecciones del domingo. No estuvo Álvarez-Cascos, pero sí el gran azote casquista de Rajoy en las Cortes en la última legislatura, Isidro Martínez Oblanca. Y también la alcaldesa de Peñamellera Alta, Rosa Domínguez de Posada. Dos de las personas de máxima confianza del líder forista. Y las dos permanecieron siempre cerca de Rajoy y aplaudieron sus intervenciones como si de militantes del PP se trataran. Qué tiempos aquéllos en los que Martínez Oblanca, ahora "número dos" en la lista de la derecha para el 20-D, criticaba e incluso, en ocasiones, vilipendiaba al presidente del Gobierno y a sus ministros.

Después de los elogios del pasado lunes de la máxima dirigente del PP regional, Mercedes Fernández, a la labor desarrollada por Álvarez-Cascos en beneficio de Asturias y de los aplausos de ayer de los foristas a Rajoy en Cangas de Onís, pensar que puede haber una vuelta atrás en la operación de acercamiento entre ambas fuerzas políticas carece de sentido. El camino hacia la reunificación de ambas formaciones es ya un hecho. Con envío de abrazos o sin ellos.

Una jornada de campaña tranquila, la de Rajoy en Asturias. Y con buenas expectativas electorales, según los sondeos, convertido de nuevo el PP en el partido de referencia de la derecha en la comunidad. Lo desagradable para el presidente del Gobierno llegó por la tarde. Y precisamente en su pueblo, en Pontevedra, donde fue agredido por un zopenco. Sin más, un zoquete y un bruto cuyo acto no es merecedor de ningún comentario más.

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