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Sol y sombra

Tópicos y campaña

Esta campaña insustancial dirigida por la telecracia es fácil predecir que nos llevará a un resultado electoral incierto para la gobernabilidad del país.

Pero existen, además, varios tópicos circulando que habría que desmontar. Por un lado está el del bipartidismo, cuya derrota no servirá de nada si el tetrapartidismo futuro se resume en dos frentes y una doble alianza. Acabar con la vieja polarización derecha e izquierda, que en España representan populares y socialistas, tampoco supone una victoria de las ideas y de la pluralidad cuando los nuevos partidos significan esencialmente lo mismo: dos trincheras opuestas.

Otro asunto bastante deprimente es pensar que los debates televisivos decidan el voto en función de lo convincentes que los candidatos resultan mintiendo, de su agresividad o de la demagogia que son capaces de esgrimir. En el río revuelto de la indecisión se puede pescar más de una voluntad, pero el riesgo de que alguien reciba la confianza del votante por su telegenia es aterrador para la inteligencia. Ningún aspirante a gobernar debería ser juzgado por ello.

El PP paga el desgaste y tiene la ventaja de que cualquiera puede pensar de que sin él las cosas irán a peor en algún terreno como el de la economía. La ambigüedad es un lastre para el PSOE, hipotecado por la estrategia de hacer frente a dos partidos que supuestamente le restan apoyos. En Podemos no hay nada que deje de despertar sospechas terribles para el progreso y la convivencia, empezando por las amistades peligrosas de las que no ha sabido desmarcarse y su visión demagógica de la cuestión catalana. Ciudadanos es el partido que, a mi juicio, contribuye con mayor altura y juego limpio al debate de las ideas, pero arrastra el handicap de la inexperiencia.

A mayor abundancia sigo sin candidato y no es que me alegre por ello.

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