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Sociólogo

20-D, cabeza y corazón

Los líderes, las élites políticas y la conformación de mayorías de gobierno en un sistema democrático

Cabeza y corazón. Siempre se vota con ambos. En sociología electoral se exploran minuciosamente los determinantes del comportamiento político en las democracias en cuanto a las votaciones se refiere. En los sistemas democráticos los grandes ejes del comportamiento político de las gentes confluyen en el laboratorio por excelencia: las elecciones generales.

Se vota por interés. Los determinantes de trabajo, sexo y edad, urbanidad o ruralidad, la cultura política de procedencia, el nivel de renta o el nivel educativo, en definitiva la ubicación del elector a través de factores socioeconómicos conforman ese lado de la cabeza. La inteligencia y el análisis racional al servicio de quién eres en esta sociedad y en el mundo.

Se vota por corazonada. Pero está también el ámbito del deseo, de la exploración, del riesgo. Las pasiones humanas que forman parte inseparable de la aventura de vivir y sin las cuales cualquier acción nos resulta insatisfactoria. Ningún cambio se da sin esa tensión de búsqueda y anhelo. Lo sabe bien el marketing político que se despliega como nunca en las campañas electorales. No hay demasiado tiempo, por lo tanto se comunica directamente a las entrañas, sorteando con habilidad la serena reflexión.

En los sistemas democráticos como el español a los partidos políticos se les asigna la responsabilidad de generar dos instancias imprescindibles: Los líderes, las élites políticas, por un lado y la conformación de mayorías de gobierno por otro.

En esta campaña electoral cada uno de los partidos ha hecho los deberes, se ha explicado y expuesto su argumentario ante la vista de todos. Son unas elecciones con numerosos partidos concurrentes pero sin confusiones ni superposiciones, donde la principal novedad es la confrontación entre dos bloques de partidos, los emergentes y los instalados. La perenne opción de la abstención adelgazará en partidarios.

Los pronósticos apuntan a resultados donde habrá un estrecho margen para la mayoría absoluta pero siempre sumando votos de, al menos, dos partidos. Por lo tanto la conformación de mayorías está en manos de la capacidad negociadora de los líderes, los cuadros y las bases de los partidos y del valor que alcancen en España los compromisos de Estado. Sin embargo la entrada previsible de nuevos políticos en escena nacional, una nueva generación de líderes con estrategias a largo plazo hace verosímil la previsión de una legislatura más azarosa que la finiquitada.

Pactos puntuales, para investidura o presupuestos, negociaciones a varias bandas. Compañeros de viaje insospechados por el momento. Quizá mociones de censura, incluso elecciones anticipadas, no son previsiones descabelladas. Como tampoco tienen que resultar dañosas para el buen gobierno de la patria común. Solamente pondrán a prueba las coyundas de nuestro sistema, las hechuras de nuestros políticos, la madurez de todo el pueblo, en un contexto de dificultades y problemas, urgentes unos e importantes otros, que se encuentran aún sin resolver ni siquiera medianamente.

La política sigue siendo una de las más altas actividades del hombre, que le es propia y junto a otras le distingue de los brutos. Así, al modo clásico, todos o casi todos, somos políticos.

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