La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Presidente de Sendas de Asturias. Inspector de Disciplina Urbanística

La lucha contra el fuego en Asturias

Una reflexión tras los recientes incendios forestales

Como sobre la propiedad de los montes, el modelo de gestión, la política forestal, la investigación y las medidas coercitivas ya hay opiniones sobradamente autorizadas, me centraré la prevención y en el modelo de extinción, que es lo conozco un poco.

La prevención

La prevención desde la escuela: la pedagogía forestal. La base de la lucha contra el fuego está en la prevención y es desde la escuela desde donde hay que empezar a despertar e inculcar a los niños el amor por la naturaleza y el respeto por el medio ambiente.

Cada niño ha de tener, a lo largo de la enseñanza primaria, la oportunidad de descubrir el bosque y lo que representa. Esto es urgente, pues el concepto de sociedad debe de imbuirse desde los primeros años. Si no lo hacemos, estamos perdiendo el futuro.

La pedagogía forestal debe referirse también al aprovechamiento y puesta en valor de los montes, porque un monte rentable es más difícil que arda.

El fuego como herramienta. La economía en el medio rural asturiano se caracterizaba por ser una economía patrimonial mixta (agrícola, ganadera y forestal) basada en pequeñas explotaciones que se iban transmitiendo de generación en generación. Se entiende así que en el subconsciente de los propietarios existiese el concepto de sostenibilidad, sin planes escritos, de manera que la gestión se basaba en un conjunto de prácticas tradicionales estrechamente relacionadas con un alto grado de pericia, entre ellas, el uso del fuego.

El fuego siempre se usó como instrumento de gestión de pastos, para deshacerse de los rastrojos, para limpieza de sebes y matorrales, etc., por tanto hay que ser capaces de integrar las políticas de prevención desde esa realidad, ya que debido al despoblamiento ya no hay manos que limpien el monte, por lo que es necesario utilizar el fuego como herramienta de trabajo, mediante quemas controladas.

Para que estas quemas se desarrollen en condiciones óptimas, deben de regularizarse dando participación y responsabilidad a los ganaderos y las comunidades rurales, mediante un sistema ágil y seguro, con reducción de la burocracia.

La selvicultura y aprovechamiento del combustible. Hay que dedicar más esfuerzos y medios a los desbroces y tratamientos silvícolas, limitando la presencia de material seco, rompiendo la continuidad de grandes masas forestales mediante cortafuegos, rozas o clareos. La utilización de la biomasa forestal es una opción óptima y sostenible para la obtención de combustibles en forma de pellets, astillas y troncos. Es además un sector pujante que permite mejorar la calidad de los bosques y crear empleo.

Otras alternativas. Mantener los pastizales con la calidad adecuada a través únicamente de desbroces y quemas controladas requiere periódicas intervenciones y elevados costes económicos y ecológicos, por lo que es necesario adoptar también otras medidas como la generación de pastos mediante la asociación de herbáceas y arbolado. También sería conveniente fomentar los rebaños mixtos, que sirvan a la vez para el control del matorral y la prevención de incendios.

La extinción

En el periodo preautonómico eran la Diputación Provincial y los ayuntamientos quienes tenían las competencias en materia de extinción de incendios y salvamentos urbanos, mientras que los incendios forestales eran competencia de la Administración central a través del Instituto de Conservación de la Naturaleza (ICONA).

Una vez que se produce el traspaso de competencias, las políticas de prevención en materia forestal se incluyen dentro del área de la Consejería de Agricultura y la extinción, en el Área de Seguridad Pública e Interior.

En aquella época se barajaba la opción de potenciar la figura de los bomberos voluntarios para asumir competencias propias y de apoyo a los bomberos profesionales, como ocurre en otros países europeos. Esta opción, que comparto, es abandonada debido, en gran parte, al trágico fallecimiento de Corsino Suárez Miranda en junio de 1987, defensor de este modelo copiado de Alemania y Austria principalmente, y se opta por la figura del bombero profesional y la del voluntario de protección civil.

Así, en noviembre de 1989 se crea el Consorcio de Extinción de Incendios, Salvamento y Protección Civil del Principado de Asturias (CEISPA), integrado por la Administración autónoma y 76 de los 78 ayuntamientos asturianos (quedan fuera Oviedo y Gijón, que tienen servicios propios).

En 2001 se crean las entidades públicas 112 Asturias y Bomberos del Principado de Asturias. A partir de estas fechas se implantan los Planes de Protección Civil autonómicos, se consolida la plantilla de personal, se amplía y consolida la red de parques de bomberos, se mejoran y amplían las instalaciones y los recursos materiales de respuesta ante emergencias, se consolida el dispositivo de rescates y traslados sanitarios mediante helicóptero, se dotan los servicios de nuevas instalaciones y se amplía la cobertura de personal.

En el año 2013 se suprimen las entidades públicas 112 Asturias y Bomberos del Principado de Asturias como consecuencia de su unificación en el nuevo organismo autónomo Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA).

Como se puede comprobar, a partir de 1989 en Asturias los incendios forestales se comienzan a gestionar con criterios de protección civil dentro de lo que se consideraba un servicio integral de emergencias. A diferencia de los servicios de extinción de incendios y salvamento de Oviedo y Gijón, cuya actividad o principal cometido se centra en dar respuesta a las emergencias urbanas, el Servicio de Bomberos del Principado, ahora SEPA, pretende cubrir todas las emergencias, incluidos los incendios forestales.

Esta opción que al principio parecía la más lógica y conveniente creo que necesita ser revisada, al menos en lo que respecta a la gestión de los incendios forestales, y en lugar de seguir gestionándolos con criterios o aspectos de protección civil, gestionarlos con criterios de política forestal, reforzando las acciones preventivas encaminadas a minimizar los riesgos y los efectos de los incendios.

Ocurre que, a medida que el Servicio de Bomberos del Principado fue mejorando en medios y personal, fue perdiendo el interés hacia la extinción de los incendios forestales, especialmente desde el terreno, cobrando relevancia la utilización de medios aéreos. A lo que ayudó la aportación de cuadrillas y medios del Ministerio de Medio Ambiente, la contratación de cuadrillas propias y, últimamente, la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME).

Así que los esfuerzos se han centrado en invertir grandes sumas de dinero en desarrollar medidas de extinción, adquiriendo equipamientos cada vez más sofisticados y costosos, en detrimento de las acciones preventivas a medio y largo plazo.

Conclusión

A todos nos gustaría tener una escuela, un hospital, una comisaría, un parque de bomberos? o cualquier otro servicio al lado de nuestras casas, pero ningún país por rico que sea se lo puede permitir, porque los recursos son los que son y hay que gestionarlos de acuerdo a las posibilidades de cada uno.

Partiendo del hecho que Asturias cuenta con unos servicios de extinción de incendios y salvamento óptimos, que hay que mantener y garantizar, en el tema de los incendios forestales se trataría de establecer una serie de compromisos básicos y razonables sobre los aspectos medioambientales, sociales y económicos que nos permitan abordar el problema de la mejor manera posible.

Por tanto, es necesario abordar el asunto a todos los niveles, señalando una distinción clara entre los objetivos de protección forestal y protección civil. Hay que compatibilizar las políticas de control de los incendios a corto plazo (extinción), con las políticas de control a medio y largo plazo (prevención).

Compartir el artículo

stats