La constatación de las ondas gravitacionales sienta la base de una arqueología del ruido del Universo que terminará por acercarnos al primer milisegundo que siguió a la gran explosión original, hace unos 14.000 millones de años. La idea de que un pasado tan lejano sea audible resulta extraña a quienes operamos con las dimensiones y la falta de abstracción del mundo en apariencia palpable, el que modeló Newton. Pero ésa debe ser la auténtica historia llena de ruido y furia de la que hablaba el Macbeth de Shakespeare. Con la diferencia de que el relato que ahora empezamos a conocer proporciona un sentido al Universo y los científicos que lo cuentan no tienen nada de idiotas. Su sustento es el desarrollo de una visión del cosmos concebida hace cien años por una mente tan humana que, en algún momento, incluso se equivocó al resistirse a aceptar las consecuencias últimas de aquello que postulaba.
