Un siglo después de que la ciencia confirme que las predicciones de Einstein resultan al fin evidentes, y que el espacio-tiempo vibra como la grada de El Molinón cuando el equipo suma, los noticieros se empeñan en confirmar machaconamente otras deducciones brillantes del genio de hirsuta cabellera: "Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el Universo, y no estoy seguro de lo segundo". A la espera de que los científicos confirmen la infinitud universal, cada minuto que pasa añade más datos objetivos que evidencian el tamaño galáctico de la estupidez congénere. Los estúpidos son legión, pues suman todos los que son y al menos la mitad de los que no lo parecen. Se trata de un grupo no organizado que no se rige por ley alguna, y que sin jefe ni presidente consigue una perfecta sintonía como si lo guiara una mano invisible, de manera que cada uno por libre amplía la eficacia de todos los demás. La estupidez es un gobierno en la sombra, incontrolable.
