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Eduardo Lagar

La libertad cuesta poco más de 1 euro

La edad de oro del periodismo y la paradoja de sostener una profesión básica para la democracia

"The Independent" se convertirá en el primer diario británico que abandona la edición impresa y sólo podrá leerse en internet. ¿Es preocupante? Cada vez que aparece la noticia de la mudanza digital de un medio, a los periodistas que seguimos escribiendo sobre papel nos invade el mismo pánico que pudieron sufrir los copistas de los monasterios medievales cuando empezaron a oír hablar de una cosa llamada imprenta.

Pero ése no es el problema. El problema no es el soporte. Vaya envuelta en celulosa o empaquetada en bits, una buena noticia siempre será una buena noticia. Siempre excitará algo básico y distintivo del ser humano: la curiosidad, el ansia por saber más. Somos máquinas de conocimiento, devoradores de información. Una buena noticia siempre vende, se exponga en pantalla plana o en primera plana. Una historia bien contada siempre tendrá lectores.

Y ahí justo está el problema. Porque hay y habrá demanda, pero ¿quién quiere pagar hoy por las buenas noticias?

Hasta ahora, las buenas noticias impresas en papel se financiaban a medias. Una parte la ponían las empresas que anunciaban sus productos en el diario. La publicidad cubría la mayor parte de los costes de producción. La otra, menor, la ponían los lectores, euro a euro, en el quiosco o a través de las suscripciones. Era un trato bueno para todos que ahora está rompiéndose.

"The Independent" tuvo que librar una guerra de precios del ejemplar a la baja con el "Times" de Murdoch (que diluía las pérdidas en su gran grupo de comunicación), luego acusó el golpe del extraordinario desplome de la publicidad en el Reino Unido (la inversión se ha reducido un 30% desde 2010) y, además, ha sufrido una deserción en masa de sus lectores en papel. "The Independent", que llegó a vender 423.000 ejemplares diarios, ha caído hasta los 40.000.

Eso no quiere decir que sus fieles lectores hayan dejado de leerlo. Es justo al contrario. Su web tiene 2,8 millones de usuarios únicos diarios. Pero son personas que leen las noticias gratis y en un soporte donde los ingresos en publicidad no dan para sostener una plantilla tan nutrida como tenía la de la edición en papel. Por eso los dueños del diario (un millonario ruso ex del KGB y su hijo, horror) ya se están planteando despedir a periodistas.

"The Independent" está atrapado en la paradoja que mina la profesión periodística en todo el mundo. Nunca hubo tanta gente leyendo tantos periódicos. Nunca se consumió tanta información, buena y mala, de manera tan obsesiva. Nunca hubo tanta facilidad para acceder, analizar y difundir la información. Estamos en la edad de oro del periodismo. Pero al mismo tiempo nunca mandó tanto la cultura de la gratuidad, la creencia casi religiosa de que las noticias caen en tu móvil provenientes de una especie de demiurgo. De "la nube". Víctimas del mito moderno de las nuevas tecnologías, nunca los productores de esa información -sí, hay mujeres y hombres detrás del sumo hacedor de contenidos digitales- pasaron tantas horas devanándose los sesos para buscar la forma de no extinguirse. Ellos, los informadores, en la Era de la Información. Qué contradicción.

Monetizar, monetizar, monetizar. Horrible palabro; que te paguen por trabajar, por recuperar la rentabilidad del oficio. Es la invocación, aún sin respuesta, que se repite en las redacciones. O al menos en las redacciones preocupadas por seguir ofreciendo información de calidad y no ecos banales de las redes sociales hechos con copia-pega. Monetizar como hacen los panaderos, los médicos, los maestros, los guardias civiles?, que cobran por sus servicios. Monetizar para seguir pagando el talento y el tiempo de un número suficiente de periodistas que pueda emplearse en contener o depurar el chorro de mentiras y futilidades que invaden e infectan esta nueva economía global de colosos en la cúspide y hormigas en la base, sin capas medias capaces de articular un discurso crítico y ético. Monetizar para pagar a esas "moscas cojoneras" (no se me ocurre otra definición del buen periodista). Para que hagan su trabajo: primero, desconfiar; luego, preguntar, volver a preguntar; más tarde, preguntar, y, finalmente, escribir/describir de una manera honesta, humilde, breve y comprensible qué está pasando en el mundo y, sobre todo, por qué.

Si la libertad es elección y para elegir hay que conocer las opciones disponibles, ¿cuánto pagaría usted por ser libre? Le doy una pista. Vaya a la cabecera de este periódico. Y lea donde dice "precio". Eso es lo que le cuesta a usted su libertad. ¿Es caro?

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