Manuel: "Hace unos días, después de mucho tiempo sin actualizar mi presencia en una red social, me atreví a escribir que me lo había pasado en grande con la última película de 'Star wars", que no deja de ser un refrito de las primeras (y mejores) y que no es un prodigio de originalidad por tanto, pero que me había entretenido un montón y que los minutos me habían pasado como una exhalación. Pues bien, un contacto que aún no sé por qué me agregó en su día (no lo conozco de nada, ni siquiera vive en mi ciudad) se puso hecho una fiera y, tras un breve intercambio de disparos virtuales, me soltó que quien se lo pase bien con semejante 'porquería' demuestra ser unineuronal. En fin, la vida es demasiado corta para perder el tiempo con semejantes energúmenos (a los que imagino una vida privada tediosa y egocéntrica al máximo) así que lo puse fuera de mi vista con un simple '¿está seguro de que quiere eliminar a Fulanito de su lista de amigos?' ¡Sí! A los pocos días volví a hacer mis pinitos como crítico y escribí que la última de Tarantino me había parecido espantosa, un fiasco en toda regla. Y otro contacto (a éste sí lo conocía, era compañero de mi cuñado) se indignó: '¿Y quién eres tú para opinar de algo que no entiendes, ignorante?'. Me dejó de piedra. 'Soy el dueño de este muro, así que puedo poner lo que quiera', respondí, compungido. No aceptó mis razones porque me bloqueó. En fin, podría añadir más ejemplos (y eso que sólo tengo 167 'amigos', no quiero ni pensar lo que les ocurrirá a los que pasan de mil) y no sólo sobre cine, también la música, la literatura o la televisión. En fin, de política o deporte ya ni te cuento. Es gente tóxica: empieza defendiendo sus ideas y acaba pisoteando las ajenas. Algo parecido al nacionalismo cuando degenera. Y convierte las redes sociales en un vivero de tiranos de salón que crucifican a quien piensa diferente".
