La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

A sangre y fuego

Algunos de ustedes, al leer este titular, pudieran pensar que hoy voy a escribir sobre Manuel Chaves Nogales, periodista sevillano, liberal, tan espantado ideológicamente del comunismo como del fascismo y que se exilió a París cuando comprendió que nada había ya que hacer en España, pues la guerra civil era inevitable. Don Manuel escribió dos magníficos libros: "Juan Belmonte, matador de toros", una preciosa autobiografía del gran torero sevillano. Y "Sangre y fuego: héroes, bestias y mártires de España", nueve relatos sobre la Guerra Civil, nueve relatos de una España que no debe volver jamás. Y siento decepcionarles, pero no va a ser ese el motivo de mi artículo.

¡A mi señal, sangre y fuego! Bien podía ser el grito de Lenin en la Estación Finlandia, o el de Trotsky al Ejército Rojo, o el de las Legiones ante Badajoz, o las Internacionales que defendían Madrid en 1936, o el de Zhukov previo asalto de Berlín en 1945, o el del nazi Röhn a las Sturmabteilung antes de saquear el comercio judío de Berlín. Pero no, no es ninguna frase de tan triste pasado, es el grito del Presidente de la Autoridad Portuaria de Gijón en una entrevista realizada por LA NUEVA ESPAÑA el pasado domingo.

El "valiente" Presidente, dice textualmente: "Cuando se demuestre que no hay nada, a mi señal, sangre y fuego, porque vamos a tomar medidas contra los que denunciaron, contra Los Verdes de Asturias, Andecha Astur y Raimundo Abando". Por supuesto nada dice de tomar medidas contra La Oficina Anticorrupción de la Unión Europea (OLAF), que acusó a la Autoridad Portuaria de adjudicación indebida de la obra y de falta de control en los acopios de materiales. Nada dice de La Oficina Anticorrupción Española que vio indicios de seis delitos y llevó su denuncia a la Audiencia Nacional. Nada dice de que Anticorrupción instó al juez a investigar la compra del Alto Aboño. Y tampoco nada dice del Fiscal Anticorrupción y de la Policía Judicial que aparecieron de repente hace unos días en las oficinas portuarias buscando documentos comprometedores. Con esos no se atreve. Bastante tiene él con defenderse de todas las acusaciones que les hacen los diferentes organismos anticorrupción españoles y europeos?

El "valiente" Presidente, reacciona de manera tan excesiva que hace que aflore su infantilismo, quizá pensando que así puede crear un clima emocional favorable a sus intereses. Por eso cambia los términos del libro del periodista sevillano, y para él los héroes y los mártires son los que cometieron las irregularidades, sus amigos, Menéndez Rexach, Díaz Rato y Barettino, los que engañaron, los que se callaron, los que utilizaron fondos públicos indebidamente. Las bestias indeseables somos nosotros, los denunciantes.

Comenta en la misma entrevista que dejará su cargo si los meten en la cárcel. ¡Que valentía la del Presidente! No es suficiente que se diga que cometieron irregularidades, que tomaron decisiones en contra de la ley. No, que los metan en la cárcel. Cuando todos los ciudadanos sabemos lo difícil que es para algunos entrar en la cárcel en este país.

Pero miren ustedes, Don Laureano no da ni un argumento en contra de cada una de las denuncias que se hicieron, ni uno. Solo dice que las denuncias son un sinsentido y que la OLAF no se enteró de nada. Utiliza el despotismo para tratar de coaccionar a los denunciantes, sin dar una sola razón en contra de lo revelado.

El problema del señor Lourido es que en Asturias se le conoce bien. Le conoce el actual Presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, que después de llegar a un acuerdo con él, lo incumple y se presenta a las elecciones. Le conocen sus compañeros de la Asociación de Consignatarios y Estibadores, a los que traicionó en múltiples ocasiones y le conozco bien yo, cuando siendo Presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés incumple un pacto con los portuarios propiciado por mí, para terminar una situación muy mala para su empresa.

Mire usted, Don Laureano, no malgaste su sangre y su fuego contra los ciudadanos. Los españoles no le pagamos para que trate de reavivar el odio de un pasado que nunca debió producirse. Le pagamos para que busque negocio, aumente los tonelajes y mejore los resultados del Puerto de Gijón.

Y si quiere defender la gestión de la ampliación del Musel, elija lugar, día y hora y, siempre y cuando la asistencia sea libre, allí estaré gustoso para debatir con palabras lo que no estoy dispuesto a debatir ni con sangre ni con fuego.

Compartir el artículo

stats